viernes, 28 de noviembre de 2008

LA AGRICULTURA A FINES DEL REGIMEN ESPAÑO EN CARACAS VENEZUELA

LAS DIFICULTADES DE LA AGRICULTURA
COMERCIALIZABLE CARAQUEÑA A FINES
DEL REGIMEN ESPAÑOL Y LA NECESIDAD
DE UNA REFORMA
MANUEL LUCENA SALMORAL
Universidad de Alcalá de Henares
La extracción de grandes volúmenes de frutos ca-
raqueños con destino a los mercados mundiales du-
rante los últimos años del dominio español ha guiado
una imagen maximalista de la producción agrícola en
la Provincia de Caracas. Ciertamente cabe señalar que
este sector productivo era mayoritario con respecto
a los otros tres (ganadero, minero e industrial), y que
las exportaciones del bienio 1809-1810 (1) demostraron
un excelente estado de salud de dicha agricultura, ini-
ciándose luego un descenso progresivo que abarca ya
a toda la época de la Independencia, la posterior de
Páez y la ulterior de las guerras federalistas. Venezuela
no volvió a alcanzar niveles semejantes hasta el último
cuarto del siglo xix, como es de dominio común. Esto
ha originado que la fase preindependentista se consi-
dere una Edad de Oro para la Agricultura, un máximo
absoluto, difícilmente alcanzable antes, ni después: el
(1) Vide
Lucena Salmoral, Manuel,
Características del co-
mercio entre La Guaira y los puertos andaluces durante la
revolución caraquefla (1808-1812). En
Primeras Sornadas de
Andalucía,
La Rábida, 1981,
t.
1,
págs. 150-165.

15

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punto de llegada del sistema español, y el de culmi-
nación, a partir del cual se inicia la decadencia. Que-
da así rota la posibilidad de correlacionar la revolu-
ción y
la crisis económica, con lo que el movimiento
patriótico se fundamenta en causales exclusivamente
políticas, como generalmente se realiza.
Una visión objetiva de la Agricultura a fines
del-
régimen español demuestra, sin embargo, que ésta se
encontraba efectivamente en un momento de esplen-
dor, pero en el limite de sus posibilidades. Los pro-
blemas que la atenazaban eran muy graves y de difícil
solución, a menos que se planteara con urgencia una
reforma dompleta para hacerla rentable y competitiva.
Posiblemente estaba en el techo máximo de desarrollo.
Ni podría continuar su crecimiento, ni sostenerse en
tales cotas de producción. La documentación histórica
demuestra que los hacendados y los
comerciantes co-
nocían muy bien sus puntos débiles, que denunciaron
insistentemente, y lo extraño, lo verdaderamente enig-
mático, es que no hicieran nada por robustecerlos,
cuando tuvieron en sus manos las riendas del poder.
La acción reformista de los patriotas en este terreno
causa estupor, pues se limitaron a poner algunos par-
ches al viejo sistema colonial, que ellos habían denun-
ciado como ineficaz. Semejante proceder no puede ex-
plicarse salvo con la consideración de que no quisie-
ron hacerlo, por entender quizá que una alteración en
el sistema productivo podría originar una reacción en
cadena sobre la estructura social, que no deseaban
tocar, para no convulsionar más a las fuerzas de la
revolución, pues desde luego es insostenible la idea
de que no eran capaces de hacer tal reforma, o que
simplemente no la llevaron a cabo por ignorancia de
los problemas. Lo más inaudito es que los patriotas
intentaran sostener una agricultura de tipo colonial,
como era la caraqueña —y la venezolana— independi-
zándose de la metrópoli y sin reajustar todo el siste-
ma. Cayeron así en los mismos vicios que habían de-
nunciado (falta de numerario, movilización de los cam-

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pesinos para la milicia, impuestos altos, etc.), que arras-
tró a la economía de la 1 República a una crisis sin
precedentes.
Los problemas que principalmente afectaban a la
Agricultura caraqueña procedían a nuestro entender
de cinco grandes sectores: la excesiva dependencia de
las exportaciones, la falta de capital y un sistema cre-
diticio> la escasa rentabilidad de las explotaciones, la
falta de mano de obra, y la elaboración de productos
de escaso valor competitivo en los mercados mun-
diales.
La excesiva dependencia de las exportaciones
La Provincia tenía dos tipos de Agricultura bien
diferenciados, como era la de subsistencia y la de
co-
mercialización. Esta última era la más poderosa y te-
nía planteadas las mayores dificultades, derivadas de
la necesidad de exportar urgentemente los frutos cose-
chados. El cacao, que era el fundamental de las expor-
taciones, era el más corruptible. No permitía almace-
narlo algún tiempo en espera de una coyuntura favo-
rable, pues se apolillaba fácilmente. Había que darlo
al precio que se fijara. El Consulado nos ilustra bien
sobre esta situación: «El precioso ramo del cacao
constituyó por sí solo otro tanto valor del que ofrecen
el añil, algodón, café, corambe y demás frutos de es-
tos países. Anuel (el cacao) por su naturaleza no ad-
mite conservación aunque se han apurado todos los
medios y arbitrios que se han descubierto para dar
alguna consistencia a otros granos, porque el tempe-
ramento, al paso que es adecuado para producirlo, es
improporcionado para precaverlo de corrupción, bien
que regulamente se experimenta lo mismo con todos
los graneles de cualquier especie» (2).
(2 El
Pral Consulado de Caracas.
Introducción
y
compi-
lación
por Eduardo Arcila Farías, Caracas, Universidad Cen-
tral de Venezuela, 1957, documento núm. 7, pág. 239.

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La segunda dificultad era la ausencia de un sistema
vial apropiado. Los caminos eran pocos y malos, limi-
tándose a unir los valles trasmontanos con los puertos
de La Guaira y Cabello. La necesidad de una exporta-
ción rápida tropezaba así con un escollo insalvable, y
la agricultura comercializable tenía que restringirse al
litoral y a los valles citados. Todo el interior de la
Provincia, donde había excelentes suelos para el cul-
tivo, quedaban marginados de esta actividad. Baralt
anotó, y con razón, que la causa de que no se exten-
diera más el cultivo de la caña de azúcar era precisa-
mente la falta de caminos (3) y su afirmación puede
hacerse extensiva a otros cultivos, ya que el costo del
transporte hasta la costa anulaba todo posible bene-
ficio.
Los impuestos (alcabala, avería, almojarifazgo, ar-
mada, etc.) eran otro lastre, pues gravaba el precio de
exportación, restándole competitividad a los produc-
tos en los mercados mundiales. El clamor contra es-
tos gravámenes por parte de los hacendados y comer-
ciantes fue unánime desde que se inició el despegue
de la Agricultura venezolana a comienzos del último
cuarto del siglo xviii, y los historiadores lo han asu-
mido como un tópico, indicando que originaba el re-
sentimiento de los criollos. Ciertamente no era un re-
clamo gratuito, pues como bien indicaba el Consulado
en 1805 «debiendo concurrir los (frutos) que se cose-
chan en estas provincias con los de elfos (extranjeros)
a los mercados de Europa, es imposible que puedan
darse a los cómodos precios que los extranjeros (que
no tenían impuestos)’> (4). El Síndico de esta institu-
ción recalcó este punto en 1809> y con mayor claridad:
«Los frutos no deben pagar nada; solo así podemos
(3) Baralt, Rafael María y Ramón Díaz, Resumen de la
historia antigua y moderna de Venezuela, Brujas, 1938, pá-
gina 428.
(4) Documentos del Real Consulado de Caracas. Introduc-
ción de Eduardo Arcila Farías y
selección de Ildefonso
Leal,
Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1964. Sesión del 27
de noviembre de 1805, pág. 19.

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sostener la concurrencia de españoles y extranjeros en
los mercados de Europa, en donde cuando menos
ES
FORZOSO VENDERLOS AL PRECIO QUE ELLOS Y ESTO NO
PODEMOS HACERLO,
porque tenemos que pagar un ca-
torce por ciento de diezmo, alcabala, corso y consu-
lado, que no satisfacen nuestros hermanos habitantes
de las demás provincias y reinos de América. El caso
es duro y todavía no sabemos por qué se nos priva de
esta gracia, que es general para todos los dominios del
Rey en este hemisferio» (5). El hecho era evidente in-
cluso para las mismas autoridades españolas en Ve-
nezuela. Así, cuando el Capitán General don Juan de
Casas explicó a la metrópoli que había ordenado dis-
minuir en 1808 un quinto los derechos que pagaba el
comercio con los buques ingleses, anotó «la rebaja de

derechos es tan corta, que aún tememos no haber
hecho lo suficiente para dar alguna energía a nuestro
comercio» (6). El Intendente don Vicente Basadre

compartía la misma opinión y sugirió a la Junta Cen-
¡
tral (1809) que se suprimieran la mayor parte de los
impuestos, pues «debiendo nosotros concurrir para la
¡
venta (de los frutos) con los extranjeros en los mer-
cados de Europa, nunca será posible darlos a los pre-
¡
cios que ellos, sí
LOS COSECHEROS NO ESTAN CASI DES-
CARGADOS DE TODO GENERO DE DERECHOS Y GABElAS»
(7).
Obviamente este aspecto debía ser el primero que afron-
taron los revolucionarios del 19 de Abril, vinculados
en su mayoría con la Agricultura, pero limitaron su
reformismo a una simple supresión de la alcabala para
los ramos menores (8), que hicieron luego extensiva a
(5)
Archivo General de Indias, Caracas,
917.
<6) Informe del Capitán General don Juan de Casas sobre
rebaja
de derechos al comercio con los ingleses, fechado en
cY’racas.
el 19
de
noviembre de 1808. Archivo
General de In-
dias, Indiferente General,
2463.
(7)
Representación de
don Vicente Basadre,
Intendente de
Venezuela, sobre el fomento de la Agricultura,
fechada
en
Caracas, el 10
de junio de 1809.
Archivo General de
Indias,
Caracas,
917.
(8)
La disposición fue dada por la Junta
Suprema el 20
de abril de 1810, y
ratificada el
27
de julio de
1810.
Materiales

19

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los granos (9). ¿Por qué? Indudablemente porque tu-
vieron miedo de dejar sin fondos al nuevo estado de
la Junta de Gobierno y de la República después, y en
un momento en que habían aumentado enormemente
los gastos. No se podía soñar obtener ingresos para
el gobierno como no fuera por la vía fiscal, y los úni-
cos que podían obtenerse por este conducto —sin so-
liviantar las castas— eran los procedentes de las ex-
portaciones de frutos. Mantuvieron así los mismos
impuestos que habían criticado.
Un último elemento que encarecía el valor de los
frutos exportables era el de los fletes y los seguros.
Venezuela no tenía flota mercante y la española era
incapaz de sostener el giro comercial del imperio ul-
tramarino> especialmente después del desastre de Tra-
falgar, que dejó a los mercantes sin la menor posibi-
lidad de protección frente o los buques de guerra in-
gleses, que se señoreaban del Atlántico. La situación
motivó unos fletes costosos y unos seguros altos, por
el riesgo que entrañaban. El Consulado de Caracas
indicó que los extranjeros pagaban «mucho menos de
la mitad del flete que nosotros>’ y que la causa era
«por el atraso en que se halla nuestra marina y nave-
gación, respecto a otras naciones» (10). En cuanto a
los seguros no sólo eran más caros, sino que además
daban muy poca confianza, pues los extranjeros po-
dían «asegurarlos (sus frutos) de riesgos de mar y
enemigos a precios más cómodos que los que nos exi-
gen (nuestros aseguradores), con la doble convenien-
cia de que en caso de desgracias, están satisfechos
(los extranjeros) de lo que serán cantidades asegura-
para
el estudio de la cuestián agraria en Venezuela (1800-
1830), vol. 1, t. 1,
Caracas, Universidad Central
de Venezuela,
1964, pág. 37.
(9) Este decreto de la Junta Suprema de Gobierno se dio
cl 17 de septiembre de 1810, generalizando la exención de al-
cabala para el «trigo, cebada, centeno y demás granos propios
para la
subsistencia
común
transportados de Europa a este
Continente». El derecho de alcabala fue calificado como «tirá-
nico». íd. que (8), pág. 43.
(10) Id. que (4), pág. 20.

20

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das, al paso que
NUESTRAS COMPAÑíAS DE SEGUROS ME-
RECEN UNA TOTAL DESCONFIANZA, POR LA MALA FE CON
QUE HASTA EL DíA SE HAN MANEJADO EN GENERAL,
cau-
sando la ruina de infinitos asegurados que
NO HAN SIDO
PAGADOS, NI LO SERAN JAMAS»
(11).
Las soluciones para resolver este conjunto de pro-
blemas eran, obviamente, una diversificación mayor de
las exportaciones (incrementando algunos renglones de
frutos menos corruptibles), aumento de la red vial> su-
presión de impuestos a los frutos exportables y aba•
ratamiento de fletes y seguros. De no hacerse esto con
urgencia, la Agricultura caraqueña se encontraría en
una situación muy difícil y en un futuro inmediato.
La ¡alta de capital y de sistema crediticio
Engendraban otra gran serie de problemas que limi
taban el desarrollo agrícola y se relacionaban con el
capital de inversión en este sector. En Venezuela, como
indicó el Consulado, «ni se han establecido bancos,
ni hay capitales que anticipen» (12).
La falta de capital era un mal crónico en el país,
que carecía de minas de plata y oro y obtenía su nu-
merario a través del comercio, mediante un sistema
compensatorio a su balanza exterior. Una parálisis
comercial repercutía de inmediato en la disminución
del circulante, ya que el que había era muy escaso.
Depons calcula que en toda la Capitanía había «ape-
nas de tres millones de pesos fuertes, de los cuales la
cuarta parte se halla en cierta moneda pequeña y cor-
tada, que llaman macuquina>’ (13). Si tenemos en
cuenta que la población era aproximadamente de unos
900.000 habitantes, resultaría que el promedio por ha-
(11) Id. que (4), pág. 19.
(12) íd. que (4), pág.
20.
(13) Depons,
Francisco, Viaje a la parte oriental de Tierra
Firme en la América Meridional, Caracas, Banco Central de
Venezuela, 1960, t. II, pág. 122.

21

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bitante era sólo de 3,3 pesos; muy bajo. El simple
hecho de alimentar a esa población, al promedio de
1,5 reales por habitante que daba Linares (en carne,
papelón y cacao) (14), supondría un movimiento dia-
rio de 168.750 pesos en circulación.
La falta de dinero acosaba a los agricultores me-
dianos y pequeños, pero parece que no eran los úni-
cos, pues los hacendados también estaban afectados
por el problema. La prepotencia de los «grandes ca-
caos» ha elaborado la imagen de unos poderosos ca-
pitalistas caraqueños, que seguramente no es muy
veraz. Depons asegura que «un propietario con cuatro
o cinco mil pesos fuertes de renta es tenido por
rico” (15) y añade que no habría veinte plantaciones
de una rentabilidad mayor, y José Domingo Díaz, que
conocía muy bien la Agricultura y a los agricultores
de la Provincia, afirma que las haciendas de cacao
daban «cuando más un tres por ciento del valor total
de la hacienda, y de lo que solamente puede disponer
un propietario» (16). Resultaría así que para obtener
una renta de 5.000 pesos (de rico) habría que tener
en producción una hacienda valorada en más de
166.000 pesos, que ciertamente debían ser muy pocas.
Los 5.000 pesos, por otra parte, apenas bastarían para
los enormes gastos del «mantuano» (casa en Caracas,
esclavos, criados, fiestas, vestidos lujosos, etc.), pues
el Intendente Basadre, que llevaba una vida bastante
austera, se veía con dificultades para cubrir sus ne-
cesidades con los
8.000
pesos de sueldo. Esto explica
que los hacendados tuvieran frecuentemente deudas,
que solicitaran a la Hacienda vales anticipados sobre
sus operaciones de cobro (varios de ellos, entre los
que se encontraba Simón Bolívar, los tenían el 19 de
(14) Exposición del Prior del Real Consulado de Caracas,
don Vicente Linares, sobre el malestar de la Agricultura, de-
bido a la escasez de mano de obra. En Materiales para el es-
tudio..., edic. ciÉ, en (8), pág. 7.
(15) Depons, Francisco, op. ch., t. U, p. 82.
(16) Díaz, José Domingo, en Semanario de Caracas,
nú-
mero VIII, domingo 23 de diciembre de 1810, pág. 63.

22

Page 9
¡
abril de 1810, pidiéndoseles el rdntegro), que no tu-
vieran liquidez para hacer frente a empréstitos o do-
nativos cuando se solicitaba al prestigioso Cuerpo de
acendados (recurriendo entonces a préstamos con
H 6 por 100 de interés) (17) y que incluso aceptaran
un
la humillación de ver una suscripción popular para

recaudar los gastos de defensa del país (ante la ame-
naza de la invasión de Miranda), en vez de correr
ellos con sus fondos en defensa de la Monarquía, como
¡
habría sido usual en otros territorios hispanoamerica-
nos. Posiblemente los mantuanos vivían al día, por la
escasa rentabilidad de sus haciendas y porque, como
nos dice Depons, no disponían de reservas monetarias
y calculaban «El ajuar, el número de criados, los gas-
tos, en una palabra, se disponen de acuerdo con el
producto de la hacienda> pero no dejan de calcular
este al tipo de año más fértil y abundante. Por con-
¡
siguiente, sólo por excepción, las entradas son mayo-
res que los gastos’> (18). Los mantuanos, desde nuestro
punto de vista, eran ricos en tierras, pero no en dine-
ro, lo que les privaba en definitiva de capacidad de
inversión agrícola.
La carencia de capital se suplía con el sistema de
préstamo. Ya dijimos que en Venezuela no había nin-
guna entidad crediticia, lo que representaba otra limi-
tación para la producción agrícola. Maticemos algo
este punto, para no ser inexactos. Había crédito agrí-
¡
cola en un solo sector, el tabaquero, que lo suminis-
traba la Renta del Tabaco (monopolio de la Monar-
quía), pero nada fuera de este sector. Hubo también
un proyecto frustrado de don Pedro de Vega en 1787,
quien ideó <‘una caja de préstamos» para auxilio de
(17) Así, por ejemplo, se propuso un préstamo de 50.000 pe-
sos con un interés del 6 por 100 para satisfacer un donativo
en
1805. El mismo año el Consulado tenía una deuda con la
Real Hacienda de 12.000 pesos, además de otros impagos, por
lo que solicitó otro préstamo con hipoteca del derecho de
avería y con intereses del Spor 100. Documentos del Real Con-
sulado de Caracas, edic. cfi., pag. 12.
(18) Depons, Francisco, op. cli., t. U, pág. 84.

23

Page 10
los cafeteros, cuando el Consulado le pidió un estudio
para fomentar el cultivo del café (19), pero no llegó
jamás a ser realidad. No había por consiguiente nin-
guna entidad crediticia> pero sí había prestamistas,
los comerciantes, que estaban siempre dispuestos a
anticipar dinero a los agricultores, con el aval de sus
cosechas y tierras, y cobrando unos intereses muy ba-
jos, del 5 por 100 por lo común, ya que «la falta de
negocios comerciales establece una tasa muy baja para
el dinero» (20). Tengamos en cuenta que una buena
casa rentaba entonces el 4 ó 5 por 100 de su valor (21),
y esto era más de lo que daba una hacienda de cacao.
En casos de verdadera urgencia se podía llegar a exigir
el 6 por 100, que era lo que por ejemplo ofrecía el
Consluado cuando deseaba tener la seguridad plena de
que lograría un empréstito (22), pero el interés normal
era el 5 por 100. Los hacendados recurrían frecuente-
mente a estos préstamos, que saldaban luego con sus
cosechas> pero lo grave es que también tenían que
recurrir a los mismos, y con mayor razón> los agri-
cultores medianos
y
pequeños, que se iban endeudan-
do progresivamente, pese a lo bajo del interés. El
Intendente Basadre nos dice: «Los labradores de este
pais en general son pobres, sus haciendas están car-
gadas de tributos> y tanto para continuar la labranza
y cubrir aquéllos> como para atender a su diaria sub-
sistencia y a la de sus familias, y pagar los suple-
mentos que les anticipan por los individuos del co-
mercio>
SE VEN OBLIGADOS A REDUCIR SIN DEMORA A
DINERO LOS FRUTOS DE SUS COSEcHAS,
de los cuales, la
corrupción de algunos, y siempre sus citadas urgen-
(19) Don Pedro de Vega hizo «la memoria que presentó
a este Consulado sobre el cultivo del café en junio de mil se-
tecientos noventa y siete, y el proyecto que para la erección
de una caja de préstamos hizo en septiembre de mil ocho-
cientos siete». Documentos del Real Consulado de Caracas,
edic. ciL, pág. 106.
(20) Depons, Francisco, op. cit., t. II, pág. 83.
(21) Depons, Francisco, op. cit., t. II, pág. 83.
(22) Vide cita (17).

24

Page 11
cias, no dan espera> quedando todas ellas desatendi-
das al punto mismo que no hay compradores>’ (23).
Depons nos confirma el endeudamiento de los agri-
¡
cultores y afirma que dos o tres malas cosechas con-
secutivas provocaban inexorablemente su ruina: «Los
contratiempos en dos o tres cosechas consecutivas
arruinarán para siempre a un propietario cargado de
hipotecas, aunque sea muy trabajador; puesto que,
al no poder pagar los intereses que pesan sobre su
hacienda, se le cita ante los tribunales, donde debe
sostener tantos procesos como hipotecas graven su
propiedad. Los gastos aumentan la suma de sus deu-
das; la pena le quita el amor al trabajo; sus bienes
quedan secuestrados, y en la forma de venta, pero
con los mismos gravámenes, pasan a otro propietario,
que está amenazado de la misma suerte que el ante-
rior» (24).
El problema de descapitalización de la Agricultura
caraqueña exigía la polarización del comercio hacia
los mercados más favorables para Venezuela (el mexi-
cano y el español), de donde venia el numerario, y la
creación urgente de un sistema bancario y crediticio
que pusiera al alcance de los agricultores el capital que
¡
necesitaban para sus inversiones. Ni lo hicieron los es-
pañoles, ni los patriotas. Los revolucionarios no se
¡
plantearon ni siquiera la necesidad de un banco, que
¡
parecía ser una de sus reivindicaciones a fines de la
colonia. Aumentaron además los gastos administrati-
vos y cortaron el comercio con las dos gallinas de oro
de donde les venía el numerario (México y España),
al proclamar la Independencia. Cuando se enfrentaron
al gravísimo problema de descapitalización dieron dos
(23) Carta firmada por el Intendente don Vicente Basa-
dre y el Capitán General don Vicente Emparan en la que con-
testan a las reales órdenes de 10 de enero y 17 de mano rela-
tivas al comercio y rebajar los derechos que su antecesor se
vieron obligados a conceder, fechada en Caracas, el 10 de
junio de 1809. Archivo General de Indias, Indiferente Gene-
nl, 2463.
(24) Depons, Francisco, op. cit., t. II, págs. 83-84.

25
Page 12
medidas
contraproducentes:
prohibir la extracción de
numerario (lo que restó aliciente a los comerciantes
ingleses y norteamericanos) y emitir papel moneda>
qué activo un proceso inflacionario.
Explotación de escasa rentabilidad
En el punto anterior dijimos que la explotación
cacaotera tenía una rentabilidad bajísima: el 3 por 100
del valor de la hacienda. En otros productos se obte-
nían mejores resultados y el óptimo era seguramente
el café, oue según Domingo Diaz daba hasta un 30
por 100 (25), lo que explica su enorme expansión. En
cualquier caso la situación de rentabilidad de la Agri-
cultura parecía pesimista, pues como indicó
el Consu-
lado en 1808> «si excluimos el cacao, ninguno de los
demás frutos... podrían
extraerse con esperanzas fun-
dadas
de buen suceso» (26).
La escasa rentabilidad se debía a una serie de fac-
tores diversos, pero en definitiva producía el desánimo
en los agricultores,
lo que a su vez influía en agravar
los factores oue provocaban la situación. Parecía un
circulo cerrado,
imposible de romper. Los factores más
importantes eran
la explotación parcial de las hacien-
das, la despreocupación
de
los propietarios por
las la-
bores agrícolas, las mandas testamentarias sobre las
fincas, y el alto costo de las herramientas, útiles y
máquinas de aplicación agrícola. El primer punto está
exnuesto por Depons con toda claridad al afirmar:
«Es raro encontrar una hacienda donde e4é cultivada
la décima parte de su extensión total» (27). Esto na-
(25) José Domingo flíaz escribió: «El café, ruede decirse,
recompensa casi siempre al labrador con un 30 por 100, por
lo menos, del valor del capital invertido en su establecimien-
to». Semanario de Caracas, núm. IX, domingo 30 de diciembre
de 1810. nág. 70.
(26)
Documentos
del Real
Consulado
de Caracas, edic. cit.,
pág. 20.
(27) flepons, Francisco> op. cit., t. II, pág. 82.

26

Page 13
turalmente restablece la rentabilidad de la producción
cacaotera, pues ahora comprendemos que el
10
por 100
de una hacienda de cacao daba en realidad el 3 por
100
del valor de Ja misma> pero nos enfrenta a un graví-
simo problema y es que la capacidad productiva de
los mismos valles trasmontanos de Aragua estaba pro-
rrateada> posiblemente por falta de mano de obra y
por falta de incentivos económicos. Aunque la aseve-
ración de Depons no puede tomarse al pie de la letra,
refleja indudablemente una situación real, que se con-
firma en la lectura de los reclamos de los hacendados
del lago de Valencia <28)> en el proyecto
de ocupación de tierras «baldías’> por los agricultores
españoles (29) y el plan de colonización del Marqués
del Toro en sus tierras de Valencia en 1811 (30). Re-
cordemos que en las inmediaciones de la laguna de
Valencia había numerosas tierras sin cultivar, lo que
motivó una representación de agricultores solicitándo-
las como baldías, apoyándose en la Cédula de 1784>
que señalaba se «cultivasen dentro de un año y que
los terrenos que no pusiesen en labor (los mantuanos)
se declarasen realengos y se repartiesen a precios equi-
tativos a labradores que los cultivasen en su beneficio
y el del Real Haber» (31). La calificación de «mantua-
nos» es nuestra, pero se apoya en el testimonio de
Juan Bautista de Arrillaga, quien señaló que «En las
(28) Vide
las
representaciones de los hacendados protes-
tando por la nrohibición de cultivar las tierras afectadas por
«el contagio de calenturas», en documento núm. 7: 13, 27 y 31
de mayo de 1809. Materiales nara el estudio de la cuestión
agg-aria en Venezuela <1800-1830),
vol. 1,
t. 1, Caracas, ThC.V.,
1964. págs. 30-35.
(29) Vide
este
problema en la súplica de repartimiento
de tierras baldías en la laguna
de Valencia, hecha por don
Juan Bautista de Arrillaga el 17 de septiembre de 1812. En
Materiales para el estudio de la cuestión agraria en Vene-
zuela
(1800.1830),
edic. cit.,
págs. 93-96.
(30) Sobre la fertilidad de los Valles de Aragua y la en-
trega a colonos de fanegadas de tierras por el Marqués del
Toro, con el deseo de contribuir a la
prosperidad de la patria>
documento 27, 3 de diciembre de
1811, en Materiales...,
edic. cli.,
pág. 64.
(31) Id. que (29), pág. 96.

27

Page 14
inmediaciones
de la laguna de Valencia poseen entre
seis u ocho poderosos de Caracas, como los Tovares,
Toros, etc., cabezas de la revolución, una inmensidad
de las mejores tierras de labor, como de dieciocho
a veinte leguas cuadradas, adquiridas por sus antepa-
sados del Real Patrimonio» (32), que nos parece bas-
tante significativa. La solicitud de reparto de estas
tierras «baldías>’ fue apoyada por el Intendente Basa-
dre 3/ por el Capitán General Emparan, pero fue dete-
nida> como sabemos> ya que se pasó a veredicto de
don Esteban Fernández de León, quien falló a favor
de los mantuanos, entre los que se encontraba su her-
mano el Marqués de Casa León. Esto le valió incluso
una amonestación a Basadre, poco antes de ser expul-
sado de Caracas. El hecho de que el Marqués del Toro
propusiera un plan de colonización en sus- tierras del
lago de Valencia en 1811 demuestra la razón de los
agricultores.
La despreocupación de los propietarios por las la-
bores agrícolas hay que ubicaria naturalmente dentro
del
grupo
de los españoles y criollos> y fundamental-
mente de los últimos, que eran quienes despreciaban
estos trabajos, por considerarlos seniles
y propios de
los pardos,
de
quienes querían distinauirse. Afectaría
nor consiguiente a
las grandes y medianas haciendas,
pero no a
las
pequeñas propiedades. Depons indicó
que los hacendados vivían normalmente en Caracas
y «la
administración
de las haciendas de Tierra Firme
se confía a negros o mulatos, rara vez a isleños blan-
cos; pero nunca a criollos» (33), por lo que concluía
“por la clase de administradores pueden sacarse los
múltiples defectos de la administración de las hacien-
das» (34). El viajero francés anotaba que los únicos
propietarios que vivían en sus tierras eran los vizcaí-
nos, pero que «los españoles que comparten su tiem-
no entre la vida del campo y la de 1? ciudad> y que
(3?fl Id. Que (29), pág. 95.
(33) Depons, Francisco, op. cii., t. II, pág. 85.
(34) Depons, Francisco: op. cit, t. II, pág. 85.

28

Page 15
disponen los trabajos cuando están en sus fincas y lo
que se debe hacer cuando se hallan fuera de ellas.
La hacienda que se arruina pertenece, con toda segu-
ridad> a alguien que las visita como si fuera un ex-
traño» (35), y nos narra su asombro cuando molestó
a un propietario por el simple hecho de haberle pre-
guntado por el estado en que se encontraban sus cose-

chas. Sus contertulios le explicaron entonces «que el
señor doctor sólo iba a sus haciendas por placer y por
gozar del buen clima, y no a vigilar sus intereses, ni
a ocuparse de la administración de ellos” (36). Indu-
¡
dablemente existiría una correlación entre esta des-
preocupación, el laboreo parcial de las haciendas y la
falta de rentabilidad de los cultivos.
Las mandas testamentarias para obras piadosas,
que debían ser muy frecuentes, gravaban también la
vida económica de las haciendas, como nos indica el
mismo autor: «Las mandas o legados piadosos y las
prebendas, que van
aumentando de generación en ge-
neración, obligan a los hacendados a pagar regular-
mente los intereses, y por consiguiente le sustraen los
medios de fomentar el cultivo. Mil veces mejor sería
para la
prosperidad
general que se pagasen en nume-
rano las donaciones piadosas> aunque para ello fuese
preciso vender todo el inmueble, o una parte de él;
pues con dejar acumularse sobre las posesiones la
(35)
Depons, Francisco, op. cit.,
t. II, pág. 86.
(36)
El
viajero francés escribió: «Recuerdo
que
una
vez
le pregunté a un doctor español que acababa
de pasar dos
meses en su hacienda de caña, si el tiempo era bueno para
las plantas, si se daba buena azúcar, en una palabra, si su
industria marchaba bien. Me respondió, sonriendo desdeñosa-
mente, que de esos detalles se ocupaba su administrador; y
todos los presentes tomaron cartas en el asunto para indi-
carme seriamente que el señor doctor solo iba a sus hacien-
das por placer y por gozar del buen clima y no a vigilar sus
intereses ni a ocuparse de la administración de ellos. Hube
de presentarle inmediatamente y con toda solemnidad mis ex-
cusas. Quedé confundido por haber molestado a un propie-
tario español con pregUntas que hubieran halagado al más
poderoso de los hacendados franceses». Depons, Francisco>
op. cit., t. II, pág. 84.

29

Page 16
obligación de pagar intereses anuales que consumen
la renta> hasta el propietario más activo tiene que
paralizar su industria» (37).
Otro elemento que minaba la productividad de las
haciendas era el costo elevado de las herramientas y
útiles empleados en las labores de siembra y recolec-
ción, o en las de semitransformación del producto.
En muchos casos era además necesario utilizar verda-
deras máquinas (molinos o trapiches> desmotadoras>
etcétera) igualmente costosas. Lo más grave es que
constituían una necesidad para el progreso de la Agri-
cultura de la provincia, e incluso para poder producir
artículos a un precio competitivo, ya que se estaban
generalizando en otros países. El problema residía en
los derechos de importación de tales elementos. El
Intendente Basadre comprendió muy bien la situación
y libró una batalla con la administración española
para lograr
su introducción
libre, ya que desde su
punto de vista era la única forma de competir con los
extranjeros en los mercados internacionales, pues és-
tos tenían «herramientas, máquinas y demás provisio-
nes con más facilidad
y menos costo»
(38). Propuso
la liberalización de los derechos de importación, e in-
cluso primar dichas introducciones: «En orden a la
introducción de herramientas, máquinas y toda espe-
cie de útiles de Agricultura,
CONVIENE Y AUN ES DE PR!-
MFRA NECESIDAD QUE HAYA cONSTANTEMENTE UNA ABSO-
LUTA LIBERTAD DE DERECHOS, Y AUN SE ESTIMULE A LOS
INTRODUCTORES
por todos los medios posibles, comó
el primer agente de la Agricultura> más difícil de con-
seguir, y el mejor arbitrio que material y físicamente
da movimiento a la industria agrícola, que entre no-
sotros no podrían de otro modo lograrse en muchos
años» (39).
Verdaderamente toda la producción agrícola cara-
queña necesitaba herramientas y útIles a bajo costo.
<37) Depons, Francisco, op. cit, t. II, pág. 83.
(38) Id. que
(7).
(39) Id.
que
(7).

30

Page 17
El algodón, azúcar y café requerían además la utili-
zación
de máquinas, tales como desmotadoras, trapi-
ches y venteadores. Para todos hacía falta bombas de
aguas y el añil exigía mucho utillaje en las labores
de fermentación. Esto explica que el ministro Gardo-
qui permitiera ya en 1792 la importación de ingenios
de azúcar y molinos de café, procedentes del extran-
jero (40), pero el problema se había agudizado en los
últimos años del dominio español, hasta el punto de
que el negocio de importación de maquinaria comenzó
a interesar a un comerciante progresista,
llamado Ge-
rardo Patrullo. Este incluso tenía a sus conciudadanos
al tanto de los últimos inventos en el ramo> pues el 3
de marzo de 1809 informó al Consulado sobre una
nueva desmotadora de algodón fabricada en New Ha-
ven que permitía «que un solo peón pueda desmotar
al día de 80 a 90 libras netas de algodón, y adaptán-
dola para máquina de agua o de mulas, puede dar
diariamente de 400 a 500 libras netas» (41). Su coste
en origen era de 300 pesos, por lo que cabe pensar
que en Caracas subiría a cerca de 400, pero aun así
resultaría muy rentable> si tenemos en cuenta que las
desmotadoras que se utilizaban en Venezuela sólo po-
dían elaborar de 20 a 25 libras diarias (42). Patrullo
importó a los pocos meses cinco venteadores
norte-
americanos
de café, cuya venta anunció en la Gazeta
de Caracas el
14
de julio de 1809 (43) y en mayo
(40) García Chueca> Héctor, Siglo Dieciocho Venezolano,
Caracas-Madrid, Ediciones Edime, s.d., pág. 284.
(41) Información de don Gerardo Patrullo sobre la cons-
trucción de un torno para desmotar algodón, realizada en los
Estados Unidos, con el fin de contribuir al fomento de la
agricultura: Caracas> 3 de marzo de 1809. Documento núm. 6>
en Materiales..., edic. cit., p. 29.
(42) Depons, Francisco> op. cit.,
t. II,
pág. 37.
(43) El anuncio era el siguiente: «Se previene a los seño-
res Hacendados de Cafe que el maestre de la Goleta Libertad
tiene de venta cinco venteadores de Cafe, se venderán a la
vista en el Almacén de su consignatario don Gerardo Patrullo
en la Guayra, y su precio se convendrá con el que se pre-
sente a reconocerlos». Cazeta de Caracas, Academia Nacional

31

Page 18
de 1810 tenía a la venta un molino de harina con sus
cernidores, por 301 pesos (44). Finalmente en agosto
de 1810 había comprado en Filadelfia una desmota-
dora por 330 pesos, que ofrecía en Caraca a 392 pesos
y 7 reales (45). La diferencia eran los gastos del seguro
(4 por 100) la comisión (5 por 100), los fletes, el de-
sembalaje y el transporte a Caracas (33 pesos).
Los patriotas llevaron a cabo la pretensión de Ba-
sadre de liberalizar de derechos a las herramientas,
útiles y maquinaria> y fue esta una de las pocas me-
didas importantes que dieron, para favorecer la Agri-
cultura. El 17 de septiembre de 1810 se dio el decreto
de la Junta Suprema suprimiendo los derechos de
importación para «las herramientas propias para el
cultivo de las tierras> los tambores, almas, muñones>
fondos, alambiques y espumaderas del uso de los in-
genios de azúcar> y las demás máquinas y utensili6s
propios para el beneficio del café, añil, azúcar y las
demás producciones de nuestra agricultura» (46). La
de la Historia, edic. facsimilar, Caracas, 1960,
t.
1, 14 de Julio
de 1809.
(44) El oficio de Patrullo al Consulado de Caracas está
fechado el 8 de mayo de 1810. Archivo General de la Nación,
Real Consulado,
t.
XXXIV, fío. 59.
(45) Archivo General de la Nación, Real Consulado, t. LI,
flo. 188. El costo de la máquina se desglosaba de la siguiente
forma:
Costo de la máquina según factura de Tomás Davy
de 13-6-1811
330 pesos
Seguros a14%
13 »2
Comisión al 5%
16
»
5
Conforme a factura
359
»
7
Flete según conocimiento
12
Conducción a aduana y almacén
...
1
Carpintero para saltar las piezas
...
1
Conducción del cajón a Caracas
...
15
Idem cuatro cargas con muía
- -.
4
33
392 »7
<46) Decreto de la Junta Suprema éximiendo del pago de
derechos de introducción las herramientas agrícolas y las má-
quinas y utensilios necesarios al beneficio de los frutos, Ca-
racas, 17 de septiembre de 1810. Documento núm. 15 de Ma-
teriales..., edie. cit., pág. 45.

32

Page 19
mecanización de la agricultura caraqueña podía haber-
se acelerado con esta disposición si se hubiera com-
pletado con un sistema gubernamental de crédito para
los importadores, ya que el costo de las máquinas era
elevado, fluctuando como hemos visto entre 300 y
400 pesos: el equivalente a sustentar y pagar jornal
a un número de 800 a 1.066 trabajadores, según los
cálculos de Linares.
Resulta así que la Agricultura caraqueña estaba
prorrateada en su capacidad de producción por una
mala explotación de las fincas y por falta de útiles y
maquinaria. Un sistema de incentivos a los agricul-
tores podría haberla incrementado sin mayores costos
para el
gobierno.
La falta de mano de obra
Era otro factor que restaba capacidad a la Agri-
cultura y se convirtió en tópico común durante los
últimos años de la Colonia. Así, en 1809 el Intendente
Basadre afirmaba: «La introducción de negros es de
absoluta necesidad para dar acción y fomento a la
agricultura» (47), mientras que el Síndico del Consu-
lado, don Bernardo de Larrain, decía «siendo notable
la falta de brazos útiles en este país...’> (48). Hemos
puesto intencionalmente juntos los dos testimonios>
que coinciden en la necesidad de la mano de obra>
porque creemos que expresan bastante bien las dos
vertientes
contrapuestas del problema. Los españoles,
y especialmente las autoridades, tenían el convenci-
miento de que en la Agricultura faltaban esclavos,
pues «los brazos de las gentes libres capaces de apli-
carse al trabajo agrícola
NI SON SUFICIENTESON PRO-
PORCION AL INCREMENTO OUE VA TOMANDO LA AGRIcUL-
TURA...
ni dejan de ser útiles” (49). Los criollos, en
(47) Id. que (7).
(48) Id. que (1).
(49) Id.
que (7).

33

Page 20
cambio, hablaban de «brazos útiles», pero no de es-
clavos. Es curioso, por ejemplo, la falta de documen-
tación histórica sobre reclamos de criollos para que
se importaran esclavos. Cuando iniciamos esta inves-
tigación pensamos ingenuamente que sería muy abun-
dante> pero no hemos encontrado más que el silencio
sobre el particular. Tampoco hubo reclamos cuando
el Capitán General Vasconcelos prohibió la introduc-
ción de dichos esclavos> por el temor a una revolución.
Es más, la medida contó con el beneplácito del Arzo-
bispo y del Cabildo Eclesiástico de Caracas> lo que le
pareció incomprensible a Basadre. Tampoco apoyaron
con entusiasmo la batalla del último Intendente (Ha-
sadre) por lograr la introducción de bozales y> lo que
es aún más significativo> cuando asumieron el poder,
tras la revolución, no tuvieron inconveniente en supri-
mir el tráfico esclavista (50), lo que no se explica ni
aún por el deseo de congraciarse con los ingleses (51).
La provincia de Caracas tenía un número bajo de
esclavos para una economía de plantación (64.462 ó el
15>09 por 100 de lapoblación) y que pese a esto los ha-
cendados se permitían el lujo de destinar gran número
de ellos a labores domésticas> como si no les hicieran
falta en los campos. Añadamos por último que tam-
(50) Este decreto se dio el 10 de agosto de 1810 por la Jun-
ta Suprema de Gobierno, especificándose que se hacía el de-
seo de «llevar en cuanto sea posible a efecto los filantrópicos
designios aue iran dirigiendo nuestra patriótica y justa re-
solución>’. En Materiales...> edic. cit., pág. 40.
(51) Antonieta Camacho ha señalado a este respecto: «Apo-
yar parte de la política inglesa guardaba correspondencia con
la política de acercamiento de ese país, que promovieron los
independistas y cuya expresión más patente la constituye el
decreto de la Junta Suprema preconizando el comercio con
Inglaterra»> y añade: «Esta política interesada y complacien-
te contribuyó a favorecer la expansión inglesa en América> no
obstante que sus consecuencias respecto del tráfico de escla-
vos no coincidían con los intereses de los criollos.» Camacho>
Antonieta: Aportes para el estudio de la formación de la mano
de obra en Venezuela: Esclavos y libres (1810-1865). En Ma-
terials para el estudio de la cuestión agraria en Venezuela
(1810-1865)> Caracas, Universidad Central de Venezuela, vol. 1,
t. 4, pág. XI.

34

Page 21
poco hemos podido encontrar ninguna explicación sa-
tisfactoria al enorme número de libres que existían en
la Provincia. Nuestra impresión general> a la vista de
todo lo expuesto, es que los hacendados no tenían el
menor interés en aumentar el número de esclavos y
preferían, en cambio, utilizar la mano de obra asala-
riada. No sabemos si la razón era el temor a un levan-
tamiento de los esclavos, después de la experiencia de
Coro, o simplemente un problema de costos y rendi-
miento. Un esclavo joven, como señaló Ermila Troco-
nis> costaba 300 pesos, y su alimentación diaria la
cifraba Linares en un real y medio. Un asalariado
costaba el mismo real y medio de manutención, más
otro real y medio de jornal. Había> por consiguiente,
una mano de obra muy barata.
Frente a una ausencia de documentación histórica
sobre reclamos de los criollos por falta de esclavos,
encontramos, en cambio, abundante documentación
en la que los criollos protestaban por la movilización
de los pardos (su mano de obra asalariada) en mili-
cias, lo que indudablemente les afectaba. Así cuando
se les reclutó como milicianos en 1796 surgieron los
clamores del Consulado y del Ayuntamiento de Cara-
cas, las dos instituciones que dominaban los criollos.
El Consulado señaló el 26 de noviembre de dicho año:
«No es de nuestro instituto y tendremos muy buen
cuidado en abstenemos de entrar a discurrir si las
MILICIAS
son provechosas o inútiles; pero si lo fuese
diríamos
QUE LAS DE PARDOS Y GENTES DE COLOR SON
A NUESTRO PARECER MUY PERJUDICIALES AL ESTADO, en
las circunstancias actuales, por las fatales consecuen-
cias que pronostican con su instrucción en las ar-
mas” (52)> añadiendo a continuación la razón que
motiva este
punto de vista: «porque
TODOS SE COMPO-
NEN DE LABRADORES QUE DIARIAMENTE SE DISTRAEN DE
SU TRABAJO;
y el servicio que hacen es torpe y poco
expedito,
CUANDO APLICADOS TODOS A LA AGRICULTURA
(52)
Id.
que
(4),
pág. 142.

35

Page 22
PRODUCIRíAN RENTAS SOnRADAS PARA DOS O TRES REGI-
AlIENTOS DE TROPA VETERANA»
(53). Dos dias después,
el 28 de noviembre, se sumaba a la Úrotesta el Ayun-
tamiento: «y entretenidos (los pardos) en las ciudades
y pueblos con el motivo de ejercicio y disciplina mili-
tar
SE DESDEÑAN DE CULTIVAR LOS CAMPOS, ABANDONAN
LA AGRICULTURA A SOLO EL TRABAJO DE LOS BLANCOS Y
NEGROS ESCLAVOS”
(54).
Nuevamente se
movilizaron las
milicias ante el temor de la invasión de Miranda y la
sociedad caraqueña se volvió enormemente sensible
a las pérdidas de vidas de pardos> producidas por el
servicio en lugares insalubres. Los hacendados de las
tierras que boredaban el lago de Valencia, donde se
habían producido fiebres palúdicas que habían llevado
al gobierno esañol a prohibir su cultivo> reclamaban
contra esta medida y estaban dispuestos a meter en
ellas a los jornaleros> aunque peligraran sus vidas>
pero en cambio recordaban a «Puerto Cabello, devo-
rador de las tropas milicianas de Valencia y Valle de
Aragua» (55) o pedían que «fijen la atención en el
Puerto Cabello que por apodo le titulan el Sepulcro
de los milicianos de Valencia y Valles de Aragua» (56).
El propio ¿fosé Domingo Díaz escribió: «Los destaca-
mentos (de milicias) se mudaban periódicamente, pero
¡cuántos miserables perecieron víctimas del capricho,
(53) Id. que (4), pág. 143.
(54) Cortés, Santos Rodulfo, El régimen de «Las Gracias
al Sacar» en Venezuela
durante el periodo hispánico, Caracas,
Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela,
1978, t. II
(Documentos anexos), vol. 136, pág. 95. En este documento
se
indica además otro problema, y es que los que han sido
milicianos desdeñan luego la Agricultura: «viven con el mayor
desahogo (mulatos y pardos) y libertad en sus pequeñas ca-
sas, tomando las horas de trabajo que les parece para ganar
el pan del día, sin querer aplicarse a otros destinos, porque
tienen a menos,
ESPECIALMENTE Los OUE SON OFIcIALES,
CABOS
O
SARGENTOS DE LAS MILICIAS, CULTIVAR EL CAMPO, Y SERVIR A LOS
OLE TIENEN TIERRAS>’, pág.
102.
(55) Materiales para el estudio de la cuestión agraria en
Venezuela <180tL1810), vol. 1,
t.
1, Caracas, U.C.V., 1964, testi-
monio
del
hacendado José Manuel García, en pág.
33.
(56) Id.
que
(55),
testimonio
del hacendado Antonio Ro-
dríguez Acosta, pág. 30.

36

Page 23
de la ignorancia> del temor o de otras causas de peor
naturaleza!
»
(57). El Capitán General don Juan de
Casas estaba también convencido de esto —o fue con-
vencido—, pues en cuanto asumió el gobierno mandó
desmovilizar las milicias, como bien nos dice: «Se
tocaba la necesidad de retirar del servicio una gran
parte del número que se consideraba indispensable
para la defensa del país, y apenas tomé el mando,
cuando me convenció de que debían disminuirse inme-
diatamente las cargas del Erario
Y VOLVERSE A LA AGRI-
CULTURA LOS BRAZOS QUE RECLAMABA»
(58).
En diciembre de 1801 la
agricultura caraqueña atra-
vesó una de sus peores crisis, a causa de las dificul-
tades surgidas para la exportación de los frutos (gue-
rra con Inglaterra). La situación era tan grave que,
según el Consulado, «se habían reducido ya las cose-
chas de algunos preciosos frutos a menos de la mitad
de lo que antes era’> (59), considerándose de urgencia
«promover cuantos arbitrios diere el celo de nuestro
instituto (Consulado), a efectos de que se restablezcan
unas pérdidas de tanto valor». Pues bien> en aquellos
momentos dramáticos el Prior Linares consideró que
el problema básico era la falta de mano de obra, pero
anotó
que
«la primera falta que debe al reformarse
es la de los operarios para las faenas campestres y
elaboración de los frutos; pues aun en el limitado
actual estado de las cosechas no se encuentra quien
las sirva cumplidamente> ni por una exorbitante paga,
no obstante la abundancia que hay de gente holga-
zana» (60). Linares elaboró entonces un proyecto en
(57) Díaz, José
Domingo,
Semanario de Caracas,
Caracas,
núm.
IX. domingo 30 de diciembre de 1810, pág. 71.
(58) Id. que
(6).
(59) Exposición del Prior del Real Consulado de Caracas>
don Vicente Linares, sobre el malestar de la Agricultura de-
bido a la escasez de mano de obra. En Materiales...,
cit. en
(55), pág. 6.
(60) Id. que (59). Linares calculaba que sólo en la ciudad
de Caracas «no bajaran
de diez mil las que viven sin algún
ejercicio capaz de proporcionarle lo necesario a su subsis-
tencia», pág. 7.

37

4
Page 24
el que por asomo se contempló la posibilidad de im-
portar esclavos> como sería lógico pensar> sino sim-
plemente obligar a
trabajar el campo a los holgazanes
—como él los llama— pardos y libres. El Prior pro-
puso que el Gobierno capturara a todos los mendigos
y holgazanes de Caracas y los examinaran por «facul-
tativos en presencia de un Juez», y que aquellos que
fueran considerados útiles para el trabajo «se les des-
tinara a los Pueblos, cuyas campiñas tengan faltos de
trabajadores, remitiéndolos a los Tenientes Justicias
Mayores con
las convenientes órdenes para que los
coloquen en las Haciendas y labranzas que los nece-
siten» (61)> añadiendo que se les debía pagar uno y
medio de sueldo> más los gastos de su manutención,
que cifraba en
otro
real y medio. Estos tres reales
—que
sería lógicamente un buen sueldo, pues se
ofrecía como
incentivo— significaban que un asala-
Hado del campo cobraba como mucho 136 pesos anua-
les. No
sorprende, por consiguiente> que no se qui-
sieran
esclavos, cuyo solo mantenimiento anual cos-
taba 68 pesos y medio. Y aún le parecía a Linares que
esta remuneración era alta y debía pagarse sólo en
consonancia con lo trabajado> pues su ideal era un
sistema de remuneración a destajo «como en la cogida
de café’> (62). Lo curioso es que este peregrino plan
de trabajo forzoso de pardos
y
libres encontró luego
eco durante la revolución en las conocidas Ordenan-
zas de Llanós para la provincia de Caracas que se
dieron en 1811, en las que se intentó controlar la po-
blación libre, dotándola de pasaportes obligatorios:
«En lo sucesivo desde la publicación de estas orde-
nanzas no admitirán a su servicio los hacendados, sus
mayordomos o encargados, ningún peón libre de cual-
quier clase que sea, sin oue les presenten pasapor-
tes» (63). Antonieta Camacho ha observado que «esta
(61) Id. que
(59),
pág. 7.
<62’> Id. que (59), pág. 7.
(63) Ordenanzas de Llanos> de la Provincia de Caracas,
hechas de orden y por comisión de su sección legislativa del

38

Page 25
legislación consideraba a los desocupados casi crími-
nales sociales, debido a que no aportaban nada a la
formación de riqueza» (64) y Carrera Damas llevó esto
al extremo de afirmar: «Se instauraba de esta manera
un régimen de trabajo forzado que colocaba al peón
libre a merced del propietario» (65). El proyecto no
era para toda la Provincia, sino sólo para los Llanos,
y aún tuvo escasa vigencia, ya que los criollos tuvie-

ron que recurrir a los pardos y libres para encuadrar-
los en las milicias revolucionarias> pero hay un hecho
claro y es que la agricultura caraqueña de fines de la
Colonia tenía necesidad de mano de obra y que ésta,
según los criollos, no tenía, ni debía lograrse me-
diante la importación de esclavos> sino mediante sís-
temas de incentivo o procedimientos coactivos para
que los libres y pardos trabajaran como asalariados.
Un factor que también influyó en la falta de mano
de obra fue el de las epidemias, que ya hemos men-
cionado. El paludismo afectó a diversos lugares de la
Provincia, como «las jurisdicciones de San Felipe> Ca-
ñizos, San Nicolás> Cabria> Faría> Morón, Alpargatón,
Canoao, Burburata, Ocumare, Cupira, Guapo> Curiepe,
y etcétera» (66). El hacendado José Manuel García
Congreso,
por los diputados firmados a su final. En
Materia-
les... (1800-1810), págs. 65-91. Sobre los antecedentes de estas
Ordenanzas,
vide
Lucena Salmoral, Manuel,
El sistema de cua-
drillas de ronda para la seguridad de los Llanos a fin del
periodo colonial. Los antecedentes de las Ordenanzas de Lla-
nos de 1811, en Memoria del Tercer Congreso Venezolano de
Historia, Caracas>
1979, t. II, págs.
190-225.
(64) Camacho, Antonieta> op. cit., pág. XIII. Esta autora
ha señalado: «Para afianzar su predominio político
y social
los mantuanos no sólo relegaron a los sectores desposeídos>
sino que pretendieron controlarlos usando el poder coerciti-
yo del Estado. Con este objeto elaboraron las «Ordenanzas
de Llanos de la Provincia de Caracas. Los sucesos bélicos im-
pidieron su aplicación> pero su contenido revela hasta qué
punto sus autores eran conservadores en materia social> al
pretender aplicar un rígido control de trabajo»> pág. XIII.
(65) Carrera Damas, Germán> Sobre el significado socio-
económico de la acción histórica de Boyes. En Materiales...
(.1800-1810), pág. CXXVI.
(66)
Materiales... <1800-1810), testimonio del hacendado
Antonio Rodríguez Acosta, pág. 30.

39

Page 26
apuntó asimismo que las calenturas afectaron a 14 pue-
blos «sin incluir (en ellos) las costas, Puerto Cabello,
ni la ciudad de Caracas, que todos quedaron expuestos
a perecer» (67). Pero la zona más damnificada fue la
del lago de Valencia, donde hubo fiebres palúdicas
en 1781 —6 1784, según Rodríguez Acosta (68)— y en
1804, cuando se vieron afectados igualmente «La Vic-
toria, San Mateo> Turmero, Cagua, Escobal, Magda-
lena y Maracay» (69). El paludismo se repitió en 1808.
Esta vez, según José Domingo Díaz, «cayeron a sus
golpes más de seis mil personas en pocos meses» (70).
Las autoridades españolas enviaron al médico Fran-
cisco José Isnardi para que informan sobre el pro-
blema y éste realizó un magnífico estudio (71), como
consecuencia del cual se prohibió cultivar en un es-
pacio de una milla alrededor de la laguna, lo que des-
pertó las protestas de los hacendados afectados. Cu-
riosamente la República autorizó luego al Marqués del
Toro para que propusiera un plan de colonización en
esta zona, con agricultores extranjeros (72).
Pero volviendo a nuestro problema diremos que
evidentemente la Agricultura caraqueña estaba nece-
sitada de mano de obra no sólo para su incremento,
sino incluso para sostener el techo de producción
alcanzado en 1809. Esta mano de obra debía ser es-
clava, según las autoridades españolas, o asalariada,
según los criollos, pero aplicando métodos coactivos,
ya que los pardos y libres no manifestaban mucho
(67) Materiales... (1800-1810>, testimonio del hacendado
José
Manuel García, pág. 32.
(68) Id. que <66).
(69) Díaz, José Domingo. En Semanario de Caracas,
nú-
mero
IX>
domingo 30 de diciembre de 1810, pág. 72.
(70) Id.
que
(69).
(71)
Observaciones sobre la fiebre en los Valles de Ara-
gua> hallados en el archivo de la extinguida Dirección de la
Renta del Tabaco y mandadas publicar por la Intendencia
republicana, en 1824> por considerarlas de interés público. En
Materiales... (1800-1810),
págs.
23-26.
(72) Id. que (30).

40

Page 27
interés por emplearse, posiblemente a causa de los
bajos salarios. Cualquiera de las dos fórmulas: im-
portación de esclavos o sistema policíaco para obligar
a los pardos a trabajar, podría remediar la situación.
Parece que los revolucionarios pensaban más en la
segunda, pero las necesidades militares de la 1 Repú-
blica obligaron a la movilización de los posibles agri-
cultores (todos los hombres libres comprendidos en-
tre los catorce y cincuenta años) en milicias> cayéndose
así en el mismo vicio de la época colonial.
Productos de escaso nivel competitivo
en los mercados mundiales
Como consecuencia de lo anteriormente expuesto
la Agricultura comercializable caraqueña afrontaba
grandes problemas en los mercados exteriores, donde
debía competir en calidad y precio. La situación era
variable, segin los distintos productos> pero el balance
general era poco optimista, como veremos a conti-
nuación:
a)
EL CACAO.
Era el producto rey de las expor-
taciones y en opinión del Consulado el único que se
salvaba de una competencia extranjera. Su precio en
el mercado de Caracas fluctuaba entre 15 y 20 pesos
la fanega (73). Debía exportarse en cuanto se cosecha-
ba, para evitar su corrupción, lo que determinaba
precios muy coyunturales. El cacao caraqueño tenía
dos competidores: el de Soconusco, que era de mejor
calidad, y el de Guayaquil, que era más barato. Sus
mercados principales eran España y México y ambos
quedaron cerrados al producirse la Independencia.
Afortunadamente había una gran demanda interna del
producto.
<73) Los precios están extractados de diversos anuncios
en la Gazeta de Caracas, Caracas> edic. facsimilar de la Aca-
demia de la Historia, t. 1, 1808-1810> 1960.

41

Page 28
¿4
EL
AÑIL.
Se cotizaba a
12 ½(hasta 13), 10
y 8 ½reales la libra en el mercado de Caracas y en
sus tres formas de flor, sobre y corte (74). Tenía pro-
blemas de competencia en calidad y en precio. Aunque
el Ayuntamiento de Caracas había asegurado benévo-
lamente que era de una calidad igual o superior al
añil de Guatemala (75)> la verdad es que era de infe-
rior calidad al guatemalteco, como lo indicaba el Con-
sulado de Caracas que, en este terreno, tenía más au-
toridad que el Ayuntamiepto. El Consulado recomen-
dó que se hiciera una memoria sobre el cultivo de
este fruto en la que particularmente se estudiara la
del añil de estas provincias con el de
Guatemala, se manifieste
la
indiferencia que se
ob-
serva en el volumen de las calidades, pues siendo el
guatemalteco superior de aquel Reino más sólido y
pasado que el inferior, y al contrario el de aquí, sería
niuy interesante el hallazgo del secreto en qué consiste;
tratando
la materia con el fundador de esta semen-
tera, que trajo la semilla de Guatemala’> (76). En cuan-
to al precio> tenía la competencia del añil asiático,
que era mucho más barato. La situación se mantuvo
bien hasta que mejoraron las calidades del añil asiá-
tico, produciéndose entonces la decadencia del venezo-
lano. El Consulado señaló a este propósito lo siguien-
te: «Hoy se coge en abundancia tanto en las Indias
Orientales como en
las Occidentales; que en aquellas
sale
mucho
más barato por serlo los
jornales, a causa
de
su inmensa
población, de
que tanto se carece en
éstas, y aunque antes era
de
inferior
calidad,
se ad-
vierte por los papeles
públicos
que
el
superior está
ya en
el
mismo rango en
las plazas de
Europa que
(74) Id. que (73).
(75) El testimonio se hizo en el Cabildo de Caracas del
21 de febrero de 1774
y
se refiere a los primeros resultados
de cultivo de añil logrados por Arbide en La Victoria «que
se gradúa cuando no superior, de igual calidad al mejor de
Guatemala». Materiales... (l800-18lO), pág. 19.
(76) Documentos del Real Consulado de Caracas, Caracas,
1964, pág. 81.

42

Page 29
el nuestro y el de Guatemala, porque tal ha sido el
esmero y eficacia de los ingleses en la siembra y bene-
ficio de este fruto en sus extensas pensiones del In-
dostán, de que ya surten la mayor parte de las fábri-
cas» (77). Aquí tenemos, y perfectamente explicada, la
razón por la cual disminuyó la producción venezolana
de añil, pocos años antes de la Independencia.
e)
EL CAFÉ.
Se vendía en el mercado de Cara-
cas a unos 12 (de 10 a 14) pesos el quintal, para
el de primera calidad; 9 a
10
pesos para el de segunda
calidad, y 4 a 5 pesos el de tercera
(78). El
producto
venezolano era bueno y de un precio aceptable, lo que
motivó su gran demanda, y el enorme desarrollo de
este cultivo a principios del siglo xix. Cuando se cerró
el mercado del cacao en España y México> a causa de
la Independencia, el café cargó con la responsabilidad
de suministrar dividendos a Caracas. Lo grave de este
fruto es que su cultivo se estaba extendiendo peligro-
samente a muchos lugares, por lo que cabía esperar
una gran competencia en el futuro, como previsora-
mente-intuyó el Consulado al afirmar «(se cultiva) en
ambas Indias, y que las islas de la Sonda> particu-
larmente la de Java, las de Francia y Borbón (ahora
de la Reunión)> las Guayanas francesa y holandesa, y
casi todas las islas de Barlovento y Sotavento en es-
tos mares producen cantidades inmensas y ni queda
duda en que progresivamente se irá extendiendo a
otros países de la zona tórrida en que aún no es cono-
cido su cultivo» (79).
d)
EL ALGODóN.
Se vendía en
el mercado de Ca-
racas entre 17 y 23 pesos el quintal (80) y experimentó
una gran demanda a fines del siglo xviii, perdiendo
mercado a principios del xix. Cuando el Consulado
encargó la elaboración de una memoria sobre este
cultivo encareció especialmente «la descripción del
(77) Id. que (76), págs. 20-21.
(78) Id. que (73).
(79) Id. que (76), pág.
20.
(80)
Id. que (73).

43

Page 30
buen crédito con que en Europa ha corrido el algodón
de esta Provincia y la de la decadencia de esa estima-
ción, por lo mal ordenada y atropellada maniobra de
despepitaría» (81). Tenía razón el Consulado: el pro-
blema principal del algodón era un mal desmotado.
que le restaba calidad. Decimos el principal, porque
José Domingo Díaz apuntaba otro más; su
cultivo:
«la poca linipíeza, por la mezcla de muchas semillas
con la lana, nacida o del poco cuidado del jornalero,
o del deseo de ganancia del cultivador» (82). El des-
motado era, como decimos> lo peor. Depons afirma
que el desmotado a mano se abandonó pronto, por lo
costoso, y los hacendados de los valles de Aragua
in-
trodujeron
unas desmotadoras con cilindros de hierro
que estropeaban la fibra: «Los pequeños cilindros son
partes de ellas, influyen mucho en la blancura del
algodón: los rollos de madera lo limpian más despacio
y mejor; los de hierro machucan los granos, rompen
la fibra y perjudican notablemente la calidad del pro-
ducto. En Cumaná, Barquisimeto y Barinas se usan
rollos de mackra, de modo que el algodón de estas
regiones es superior al de los valles de Aragua, donde
no se usan sino cilindros de hierro» <83). José Domin-
go Díaz nos confirma esta opinión: «Por falta de co-
nocimientos o por el deseo de la ganancia, algunos
usan cilindros de hierro, y los untan con aceite para
que sea más fácil y pronto su movimiento. Estos cilin-
dros, después de algún tiempo y uso, adquieren una
superficie muy lisa y el desmote viene a ser imper-
fecto, torpe y lento. Para acelerarlo, ya por las aJe-
nes del amo, ya por la utilidad del jornalero que ansia
por beneficiar mayor cantidad
para
reportar ganancia>
rayan con piedras los
cilindros, y
los ponen
suma-
mente
ásperos, de donde el desmote viene a ser más
violento», y añade algo aún peor: pasado algún tiem-
<81) Id. que <76), pág. 81.
<82) Ulaz, José Domingo, Semanario de Caracas, Caracas,
núm. XI, domingo 13 dc enero de 1811, pág. 87,
(83) Depons, Francisco: op. cit., t. II, págs. 37-38.
—44---
Page 31
po, el aceite usado para aumentar la facilidad del
movimiento adquiere un color negro, que comunica
al algodón y lo mancha; y porque el cilindro rayado
corta todos los filamentos de que se compone esta
lana, y queda inútil para el hilado” (84). Un producto
de baja calidad podría competir difícilmente en los
mercados
europeos> donde ya irrumpía
el excelente de
los Estados Unidos.
Por cierto que el Consulado pre-
vino seguramente el futuro de este producto
norte-
americano: «va a ser muy luego (el algodón) el ma-
nantial más fecundo de riqueza de los Estados Unidos
de América, pues ya se benefician respetables porcio-
nes en el de Virginia> ambas Carolinas y Georgia, y
no puede calcularse el incremento que tomará con su
nueva adquisición de la Luisiana’> (85).
e)
EL AZÚCAR.
Constituía un misterio para los
pensadores de la
época, que no
acertaban a explicarse
la causa por la cual no se exportaba en mayor canti-
dad.’ José Domingo Díaz escribía: «El azúcar que pro-
ducen
los actuales
establecimientos no es correspon-
diente
al que debería, si como es justo, existiese el
número de los que exige la bondad y extensión del
territorio» (86). El Consulado llegó a promover una
memoria en la que se hallara «la razón por qué valien-
do casi siempre en esta (Venezuela) a un precio tan
subido, que no tiene cuenta hacer comercio con ella
para Europa en el concurso de aquella (la cubana y
la extranjera)» (87). Solicitó informes al Consulado
de La Habana, que le remitió puntualmente una me-
mona escrita por el Síndico de dicha institución
don
Francisco Arango, en
la que ésta relataba su ex-
periencia en Londres y la solicitud que entonces hizo
al Rey para que «permitiese que los ingenios de aque-
lla Isla (Cuba) refinasen el azúcar como se practica
(84) Díaz, José Domingo, Semanario de Caracas, Caracas,
núm.
XI,
domingo 13 de enero de 1811, pág. 87.
(85) Id. que
(76),
pág.
21.
(86) Díaz, José Domingo, Semanario de Caracas, Caracas,
núm. XIII, domingo de enero de 1811, pág. 103.
(87) Id. que (76), pág. 80.

45

Page 32
en
las
refinadurías
de España y
otras partes
de Eu-
ropa”
(88).
Baralt dio una buena explicación
del pro-
blema muchos años después, y era que
el
sistema
vial
no permitía el acarreo
del
producto a los puertos sin
grandes gastos, lo que anulaba los posibles beneficios:
«Mientras que las haciendas de caña ocupen los valles
internos de la cordillera y que Venezuela carezca de
caminos carreteros para llevar sus frutos a la costa
del mar, los productos de la caña no serán exporta-
bles, atendiendo a que no pueden sostener
la
compe-
tencia con
Puerto Rico> Cuba y otros puntos»
(89).
Aparte
de la falta de caminos señalada por Baralt
había otra cuestión> y era que
la industria azucarera
estaba orientada
al
mercado interno> que demandaba
un producto poco refinado y barato:
el
papelón. De-
pons afirmó: «No hay negro
libre o
esclavo, obligado
muchas veces a no hacer más de una comida diaria,
que no tenga un poco de cacao
hervido
en una gran
cantidad de agua y un pedazo
grande
de papelón o
azúcar en bruto, que va comiendo como si fuera
pan»
(90),
y agrega
que «según cálculos nada exage-
rados solamente en la provincia de Venezuela se gas-
tan anualmente cuarenta mil quintales de cacao y una
cantidad mucho mayor
de azúcar» (91).
El papelón se
vendía a tres libras por un
real, mientras que el azúcar
costaba un real y medio la libra: el viejo tópico de
que el papelón era el azúcar del pobre, y el azúcar
sólo lo consumían los ricos. De aquí que se refinara
muy poco azúcar y además con una técnica muy
bur-
da, que impedía competir con el
cubano y
el de las
Antillas. Depons asegura que
la falta de calidad del
azúcar caraqueño se debía a la lejía utilizada (cani-
zas)> al modo de purgarla y al de secarla. No tenía
pues capacidad de competencia ni en calidad ni en
precio.
(88) Id. que (76)> pág. 84.
<89) Baralt, Rafael María y Ramón Díaz, op. cit., pág. 428.
(90) Depons, Francisco> op. cit., t. II, pág. 49.
<91) Depons, Francisco, op. cit., t. II, pág. 49.

46

Page 33
¡)
EL
TABACO.
Cierra el conjunto de los grandes
frutos exportables, pero se diferencia de los anterio-
res en que constituía un monopolio del Estado. La
Monarquía había establecido la renta del tabaco en
1779, que funcionaba bastante bien, como lo ha seña-
lado Arcila, proporcionando asistencia técnica (aseso-
ramiento, utensilios, herramientas y almacenes), de
suministros (tierras, agua> abonos> semillas)> de finan-
ciación (subsidios y préstamos) y fiscal (exoneraciones
y precios) (92), por lo que este producto se libraba
de gran parte de los problemas que aquejaban a los
anteriormente expuestos- Se obtenía un artículo de
buena calidad y precio, que se dividía en dos catego-
rías: el «curanegra”, destinado al mercado interno,
y el «curaseca», que se exportaba. En el mercado de
Amsterdam se cotizaban bien algunos tabacos de la
provincia de Caracas> aunque siempre por debajo de
los de Maracaibo y Barinas, que eran superiores. Ar-
cila recoge un informe de los comisionados españoles
en Amsterdam dirigido al ministro Gálvez (1787) en el
que se anota que los tabacos conocidos como de la
provincia
de Caracas (Maracaibo, Barinas, Guanare,
Araure, Nutrias y Valía de Valencia) eran «los mejo-
res que se conocen y también los más caros, como se
demuestra por los excesivos precios de 20 a 25 sueldos
que pagan por ellos> cuando los mejores de produc-
chin de otras naciones no llegan en e] día a seis suel-
dos» (93).
El tabaco fue siempre un articulo de exportación
segura y dio excelentes rentas a la Hacienda. Su pro-
blema principal a fines del régimen colonial fue el
paludismo, que azotó especialmente
la zona de Gua-
ruto en 1808> causando mortandad entre los trabaja-
(92) Arcila Farías> Eduardo> Historia de un monopolio. El
Estanco del Tabaco en Venezuela> 1779-1833> Caracas, Univer-
sidad Central de Venezuela, Ediciones de la Facultad de Hu-
manidades y Educación, 1977> cap. XVIII: Asistencia del Es-
tado.
<93) Arcila Farías, Eduardo, op. cit., pág. 227.

47

Page 34
dores y el despoblamiento de la zona. Arcila ha indi-
cado que «de este severo golpe cuyo único causante
fue el paludismo, no se repondría jamás las planta-
ciones de Guaruto, pues la cosecha de 1809 cayó vio-
lentamente como consecuencia de la pérdida de brazos
para levantar la cosecha, y después sobrevendrían los
acontecimientos iniciados a partir de 1810, que para-
lizaron la actividad económica venezolana, particu-
larmente de las provincias centrales» (94). Para volver
a levantar la producción habría hecho falta un gran
capital de inversión y una movilización de trabajado-
res> pero no se hizo ninguna de las dos cosas. Los pa-
triotas no se atrevieron a suprimir el viejo estanco
colonial, pero tampoco lo apuntalaron, con lo que dejó
de tener eficacia.
Vemos así que los frutos caraqueños tenían escaso
nivel competitivo en los mercados mundiales, a excep-
ción del cacao y del café. El primero de éstos les li-
gaba a la metrópoli de la que deseaban independizarse
y
el segunda les convertía en dependientes de Ingla-
terra y de los Estados Unidos. El traspaso de una ex-
portación cacaotera a una cafetera fue acertado> pero
muy
brusco. No se estudió convenientemente el re-
ajuste de los circuitos económicos y los patriotas se
encontraron en una coyuntura muy
difícil cuando so-
brevino el stock de cacao y la falta de numerario, pro-
blema este
último que
no podría resolver jamás
el
café.
(94) Arcila Farías, Eduardo: op. cit., pág. 127.

48

http://74.125.113.132/search?q=cache:Lp6kMFMsUy8J:www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/
02116111/articulos/QUCE8282220015A.PDF+HISTORIA+
DE+LA+AGRICULTURA+VENEZOLANA&hl=es&ct=clnk&cd=43&gl=ve

jueves, 27 de noviembre de 2008

LA AGRICULTURA EN VENEZUELA

La Agricultura en Venezuela
Por Ashley Rachelle Head

Republica de Venezuela
Población: 25 millones de habitantes
Superficie: 916.445 km2
PIB: 4.800 $EUA
Inflación: 31% cada año
Fuerza Laboral:
Agricultura: 13%
Industría: 23%
Servicios: 64%

La Historia Política
1821: Ganó su independencia de España con el ayudo de Simón Bolivar
1830: Se formó la república
1870-1888: General Guzmán Blanco-tenía concentración en la infraestructura, la agricultura, y la inversión extranjera
1908-1935: General Juan Vincente-empezó con mucho éxito la industria petrolera
1999: Hugo Chavez fue elegido
2004: Hugo Chavez fue elegido otra vez
El presidente y autor,
Hugo Chavez

La Historia Agrícola
1498-1687: Sistema de Encomiendas con énfasis en tabaco, algodón, y cacao
1700-1900:Cacao y café fueron los productos más importantes en la economía
1830: Venezuela fue el tercero del mundo en la exportación de café
1920: Empezó el éxito del petróleo
1940: La agricultura tomó un estatus secundario
Hoy: Por lo general, la producción es para el consumo domestico y es responsable por 5% del PIB
Unos trabajadores descargando maíz agostado

El Sector Actual
Situación ideal
Mucha tierra arable
Un clima perfecto
Composición del Sector
50% Agropecuaria
40% Productos lecheros, frutas, granos, vegetales, y aves
10% Pesquería y Selvicultura
Artículos de exportación Principales
Café
Cacao
Frutas tropicales
Pescado

Frutas Tropicales
Pescado
Bolitas de Chocolate (Cacao)
Café

Situación Financiera
El Ministerio de Agricultura y Cría (MAC) ofrece financiamiento para las personas y empresas que forman el sector con subsidios y preferencia
Todavía tiene problemas
Gerencia insuficiente
Comercialización no efectivo
Falta de capital
Formas antiguos de producir

Un Bolivar

La Agricultura y Chavez
Los pobres de Venezuela no tienen dinero suficiente para comprar la comida importada.
Así, desde 2000, Chavez está tomando tierra de los ricos y la da a los pobres para que puedan comer y tener lugar para vivir.
Hay mucha controversia sobre la póliza, pero las vidas de los pobres están mejorando porque ahora pueden producir su comida.
Ahora, la gente vive en cooperativas, y está creciendo su comida. También tiene casitas, escuelas, y modos de transportación

Bibliografía
http://74.125.113.132/search?q=cache:O3s-PY9xsq0J:www.owlnet.rice.edu/~arhead/La%2520Agricultura%2520en%2520Venezuela.ppt+LA+AGRICULTURA+EN+VENEZUELA&hl=es&ct=clnk&cd=1&gl=ve

martes, 25 de noviembre de 2008

CAMBIO EN LOS PATRONES ESPACIALES DE LA AGRICULTURA VENEZOLANA

AGROALIMENTARIA Nº 3.Diciembre 1996
CAMBIOS EN LOS PATRONES ESPACIALES DE LA AGRICULTURA
VENEZOLANA(1970-1990)
Luisa Elena Molina
Instituto de geografía ULA.Mérida,Venezuela.
En este trabajo se presenta una caracterización general de los patrones de distribución
espacial de la actividad agrícola venezolana, así como sus variaciones más significativas a
nivel de entidades federales durante el período 1970-1990.
Los aspectos que serán tratados a continuación se ceñírán a la siguiente consecuencia:
en primer lugar se efectuará una breve referencia a la importancia del estudio temporo-
espacíal de la actividad agrícola tomando como unidad de referencia, por una parte, las
divisiones político administrativas y, por otra, los renglones destinados a usos
agroalimentaríos divididos en función de los sistemas de producción agrícola empleados
para su realización. En segundo lugar se comentarán algunos aspectos de carácter
metodológico. Finalmente, serán discutidos los principales cambios espaciales que se
registran durante el período considerado, la situación reciente de la distribución geográfica
de los distintos renglones y la importancia relativa de los mismos en términos de su
participación en la superficie cosechada a nivel nacional.
LOS PATRONES ESPACIALES DE LA AGRICULTURA: PRECISIONES
CONCEPTUALES.
Tal como señala Santos, «La naturaleza socializada debe identificarse con aquello que los
geógrafos denominan el espacio o espacio geográfico. El espacio es un hecho social en el
sentido de que K.Kosik define a los fenómenos sociales: un hecho histórico, en la medida
en que lo reconocemos como un elemento de un conjunto y realiza así una doble función
que le asegura, efectivamente, la condición de hecho histórico: de un lado, se define el
conjunto; es a la vez productor y producto; determinado; un revelador que permite ser
descifrado por los mismos a los que revela; y al mismo tiempo, cuando adquiere un
significado auténtico, atribuye un sentido a las cosas. Según esta acepción el espacio es un
hecho social, un factor social y una instancia social» (Santos;1990:146).
Por otra parte, el mísmo autor expresa que «los objetos geográficos aparecen en las
localizaciones, correspondiendo a los objetivos de la producción de un momento dado y, a
continuación, por su propia presencia, influye sobre los subsiguientes momentos de la
producción» (Santos; 1990:155).
Dentro de la perspectiva que reflejan las ideas anteriormente destacadas, la actividad
agrícola sería aprehendida como un proceso capaz de promover dinámicas espaciales
concretas, de acuerdo a los objetivos perseguidos por sus autores y gestores en el marco de
formaciones sociales específicas: es decir, la actividad agrícola genera espacio, en tanto
hecho histórico y hecho social. No obstante, el espacio producido históricamente por la
sociedad se convierte, a su vez, en un factor influyente sobre las subsiguientes posibilidades
de mantener, transformar o reacomodar la o las actividades productivas.
De acuerdo a los fundamentos conceptuales que anteriormente se han comentado,
considero que los patrones espaciales pueden ser definidos como: modelos de
Page 2
AGROALIMENTARIA Nº 3.Diciembre 1996
distribución que caracterizan a los distintos rubros agrícolas en un momento
determinado, cuyas posibilidades de mantenimiento, reproducción, transformación,
involución o extinción en el tiempo dependen, por una parte, de] rol atribuido a cada
rubro, por el sistema y sus agentes sociales y productivos y, por otra, al espacio
producido y a las tendencias de organización que los distintos rubros hayan generado
históricamente promoviendo, o no, la reproducción de sus principales líneas de fuerza.
Temporalmente, los patrones espaciales pueden variar de manera conyuntural,
estructural, o mantener tendencias inercíales. En un mismo tiempo, los patrones de distintos
renglones no necesariamente deberían seguir las mismas Tendencias. Cambios en los
precios, en las tecnologías Utilizadas, en los sistemas de producción agrícola, en las
políticas macroeconómicas y sectoriales, en los hábitos de consumo, pueden por ejemplo,
provocar aumento o disminuciones en las superficies cosechadas, producción y rendimiento
de rubros sensibles, más no necesariamente en todos los rubros sometidos a uso agrícola, en
la sociedad donde tales modificaciones operan.
El espacio»... debe considerarse como un verdadero campo de fuerzas cuya
aceleración es desigual... y como un conjunto de relaciones a través de las funciones y de
las formas que se presentan como testimonio de una historia escrita por procesos del pasado
y del presente' (Santos; 1990:138).
Los cambios o la permanencia en el tiempo de un determinado patrón espacial también
dependen, por otra parte, de la «rígídez» o «malcabílídad» del espacio geográfico
preexistente entendido, tal como se señaló antes, como «espacio socializados el capital
invertido en equipos, la infraestructura interna y externa (de apoyo) a las unidades de
producción, los mercados, la presencia de agroindustrias, los patrones culturales, tienen una
expresión material en el espacio y éste, una vez generado, se convierte en factor influyente
sobre los niveles y ritmos de la actividad productiva. Como apunta Castell «el espacio...es
una circunstancia histórica y una forma social que recibe su significado de los procesos
sociales expresados a través de él. Por la manera particular de articulación de las instancias
estructurales constituidas, el espacio puede producir, en cambio, efectos específicos sobre
los otros dominios de la circunstancia social» (Castell; 1971).
Es posible entonces reconocer diferencias en las tendencias de evolución temporal
de los patrones espaciales.
Geográficamente, los patrones espaciales permiten identificar la localización
dominante de un fenómeno en un momento determinado, a partir de la selección de.una
unidad espacial de referencia. Si se cuenta con dos o más cortes en el tiempo, pueden
identificarse los cambios observados por la localización dominante.
La reproducción o desarticulación de un patrón espacial depende, entre otros aspectos,
de la fuerza de las condiciones localistas del pasado, de la movilidad relativa del capital
entre nuevos lugares de inversión y aquéllos a los que hay que seguir apoyando, y del
mantenimiento o las transformaciones de determinados patrones sociales y productivos
derivados de uno o distintos modos de producción que pueden estar vigentes o haberse
extinguido en el tiempo, pero en todo caso siguen presentes en el espacio (Santos; 1990.).
Page 3
AGROALIMENTARIA Nº 3.Diciembre 1996
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
Con arreglo a las reflexiones anteriores, el objetivo que se persigue en este trabajo, es
efectuar una caracterización de los patrones espaciales mediante el estudio de la
localización dominante y sus variaciones entre 1970 y 1990, de 21 rublos agrícolas que han
sido seleccionados en función de su importancia relativa en los hábitos de consumo
alimentario de la población venezolana. Por otro lado, para los mismos rubros se estudiarán
las características de las tendencias temporales que tales patrones exhiben.
METODOLOGÍA
En términos empíricos, para caracterizar los patrones espaciales de la agricultura
venezolana, se tomará como unidad espacial de referencia la división político-territorial
a nivel de entidades federales.
Se reconoce que las dinámicas espaciales transcienden los límites territoriales; sin
embargo, la selección de este criterio se debe a que, en el caso venezolano, la dinámica de
la agricultura ha estado altamente influenciada por la inversión y el gasto público de1
Estado (Gutiérrez; 1992). La asignación de presupuestos ordinarios y de egresos
extraordinarios se efectúa a través de las entidades federales y de los órganos de la
Administración Central Descentralizada. Parece por tanto importante, efectuar estudios que
revelan resultados, a nivel de las mismas unidades político- administrativas, a través de las
cuales se realizan generalmente tanto el gasto como la inversión pública.
Otra razón que explica la selección del criterio territorial, es que la única fuente que
permite hacer un seguimiento temporal a los cambios de uso, es el Anuario Estadístico
Agropecuario que dita el Ministerio de Agricultura y Cría (MAC), cuyos registros de
superficie cosechada, producción y rendimiento se presentan en términos de agregados
nacionales y de entidades político- administrativas.
En este sentido, las fuentes básicas de información están constituidas por las
estadísticas oficiales publicadas en los anuarios correspondientes al período 1970-1988.
Para cubrir la información del lapso 1989-1990 se ha recurrido a datos oficiales no
publicados y sujetos a revisión, pertenecientes al mismo organismo (MAC).
Por otra parte se han seleccionado veintiún renglones del sector agrícola vegetal y
cinco del sector agrícola animal, que se dentifican en el cuadro Nº 1, clasificados en
función de los Sistemas de Producción Agrícola dentro de los cuales se incorporan, de
acuerdo a la clasificación de Avilán y Eder (1986). Es conveniente destacar que en caso de
los renglones frutícolas no se toman en cuenta los cítricos y no cítricos, salvo el caso del
cambur, por cuanto los anuarios sólo presentan -para dichos rubros- resultados a nivel de
agregados nacionales. Aunque se obtuvo información de superficie, producción y
rendimiento del Fondo Frutícola Nacional, los datos se refieren a un momento (1989-1990),
lo cual aunque sirve a los fines de establecer la localización dominante, no permite
distinguir los cambios que la misma puede haber sufrido en el tiempo.
En un intento por clasificar los patrones espaciales se adoptará la siguiente
diferenciación partiendo de la proporción en que participan las entidades federales en la
superficie cosechada nacional:
1. Patrón espacial disperso: rubros que a nivel de entidad federal aportan menos del 10% de
la superficie cosechada (sector agrícola vegetal) o de la existencia (sector agrícola animal).
2. Patrón espacial moderadamente disperso: 40% de la superficie cosechada o de la
existencia con tendencia a la concentración, 60% con tendencia a la dispersión.
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3. Patrón espacial moderadamente concentrado: 60% de la superficie cosechada o de la
existencia con tendencia a la concentración, 40% con tendencia a la dispersión.
CUADRO Nº 1
CLASIFICACIÓN DE RENGLONES AGROALIMENTARIOS POR SISTEMAS
DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLA.
SISTEMA DE PRODUCCIÓN RENGLONES
CULTIVOS ANUALES
MECANIZADOS
CEREALES
ARROZ
MAÍZ
SORGO
LEGUMINOSAS
OLEAGINOSAS
CARAOTAS
FRIJOL
AJONJOLÍ
ALGODÓN
GIRASOL
MANÍ
HORTICULTURA COMERCIAL
TOMATE
PIMENTÓN
PISO BAJO
CEBOLLA
AJO
PAPA
PISO ALTO
ZANAHORIA
PLANTACIÓN
CAFÉ
CACAO
CAMBUR
PIÑA
PLATANO
CAÑA DE AZÚCAR
GANADERÍA
EXTENSIVA Y SEMIENTENSIVA
INTENSIVA
GANADO BOVINO
LECHE
PASTOS
GANADO PORCINO
AVES
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4. Patrón espacíal concentrado: cuando una o varias entidades aportan más del 30% a la
superficie cosechada o la existencia total.
5. Patrón dual (concentrado-disperso): en los casos en que un alto porcentaje de la
superficie cosechada o de la existencia, cercano al 50%, se distribuye de manera
concentrada y el resto de forma dispersa.
En cuanto a las tendencias temporales de los patrones espaciales se adoptará la
siguiente diferenciación:
1. Patrones inerciales, para aquéllos rubros que mantienen en el tiempo participaciones
relativas similares con relación a la superficie cosechada total, independientemente de que
en términos absolutos ésta haya aumentado o disminuido.
2. Patrones moderadamente dinámicos para el caso de rubros en los que las entidades
federares muestran cambios porcentuales de reacomodo en su distribución geográfica que
oscilen entre el 10 y el 20% con relación a la superficie cosechada nacional.
3. Patrones dinámicos, cuando una o varías entidades federales cambian su participación
porcentual en el tiempo, apareciendo como generadora de valores que oscilen entre el 20 y
30%.
4. Patrones muy dinámicos cuando se presenten una tendencia de marcada concentración en
las que muy pocas entidades pasan a generar, durante el período considerado, más del 30%
de la superficíe cosechada total.
5. Patrones regresivos, cuando la superficie cosechada tiende a descender en términos
absolutos, sin que ocurra paralelamente un aumento de los rendimientos y, por ende, de la
producción. Igualmente para los casos en que la superficie cosechada se mantiene constante
pero disminuye la producción debido a un descenso en los rendimientos.
ALGUNAS DIFICULTADES PARA LA REALIZACIÓN DEL ESTUDIO
Antes de exponer los resultados obtenidos, es necesario comentar algunas dificultades que
se hallaron en el proceso de acopio de información estadística.
Para la realización del trabajo fue necesario construir una base de datos en la cual se
agruparon a nivel de entidad federal los resultados de superficie, producción y rendimiento
por entidad federal para un total de 33 rubios agroalimentarios. Tal como se indicó
anteriormente, esta información aparece registrada en los Anuarios Agropecuarios.
Conviene comentar, sin embargo, algunos problemas que aletargaron el proceso de
recopilación de las fuentes:
1. Retraso de las publicaciones. En nuestro país, los anuarios estadísticos se publican con
retraso de tres a cuatro años; para nuestro caso, se había elaborado una primera
aproximación del estudio con estadísticas preliminares sujetas a revisión por el órgano
respectivo, no publicadas, para el período 1986-1990. Afortunadamente en los últimos dos
años se editaron los anuarios correspondientes al período 1986-1988, lo que permitió
corregir los datos preliminares que, por cierto, presentaban para muchos renglones
diferencias estadísticas notables con relación a las cifras definitivas oficialmente
publicadas.
2. No todos los rubros seleccionados aparecen con información dísgregada a nivel de
entidades federales, en algunos casos ello ocurre sólo para algunos años de la serie
considerada. Particularmente puede destacarse que la mayoría de los renglones frutícolas
(naranja, mango, lechosa, patilla, melón, entre otros) sólo cuenta con información agregada
por totales nacionales. Esto es llamativo en un país que, como el nuestro, es catalogado con
altas potencialidades para la producción de frutales permanentes, semi-permanentes y
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anuales, especialmente a nivel de pisos altítudinales bajos. La existencia del Fondo
Frutícola Nacional, haría suponer que en el país existe un detallado conocimiento, no sólo
de la localización, sino del estado actual de las plantaciones, lo cual no es cierto. Visitas y
entrevistas a este organismo apenas permitieron conocer estimaciones por entidad federal
para los años 1989 y 1990. Para otros rubros, igualmente incluidos dentro del sistema de
plantaciones, la situación es análoga; tal es el caso de la palma aceitera y el coco.
3. A la falta de uniformidad en cuanto al nivel de desagregación político-administrativo en
que se presenta las estadísticas, se une otro problema que tiene que ver con las unidades de
medida en que aparecen señalados los registros de producción; así, aunque la mayoría de
los rubros se miden en términos de toneladas, algunos aparecen contabilizados en otras
unidades como por, ejemplo, el cambur y el plátano que vienen expresados en racimos,
para algunos años, en miles de unidades, para otros, y recientemente, en toneladas.
4. Otro rubro que fue difícil de analizar fue el de pastos (naturales y cultivados), dado que
las cifras muestran resultados que parecieran erróneos para el caso de los pastos naturales y,
por otra parte, la información en términos de superficie, sólo fue registrada hasta el año
1980.
Si bien en este trabajo no se han incluido algunos de los rubros y variables
mencionados anteriormente, los comentarios anteriores se exponen pues explican las
dificultades en la labor de recabación estadística y tratamiento de los datos.
RESULTADOS OBTENIDOS
Tal como se señaló en los párrafos anteriores, para estudiar los patrones especiales de la
agricultura en Venezuela, se emplearon dos clasificaciones que, de alguna manera, fueron
el resultado de una combinación interactíva tanto del análisis de los resultados empíricos y
las agregaciones a que daban origen, como de consideraciones teóricas previas
especialmente la sujeción a algunas clasificaciones antes aplicadas por otros investigadores,
especialmente en materia de sistemas de producción agrícola (Avílán y Eder; 1986).
Las diferenciaciones a que se aluden son: Patrones Espaciales en términos de
localización dominante y Tendencias Temporales de los Patrones Espaciales.
En uno y otro caso, los resultados demuestran que los patrones espaciales de nuestra
agricultura se caracterizan por presentar modelos múltiples, con tendencias temporales
también variables.
Los cultivos anuales mecanizados, que incluyen los grupos de cereales, oleaginosas y
leguminosas, presentaron en la mayoría de los rubros patrones concentrados en lo referente
a la localización dominante. La mayoría de los Estados que participan de la superficie
cosechada, se localizan en los llanos venezolanos; no todos los patrones muestran, sin
embargo continuidad geográfica, aunque de manera general puede indicarse que se ubican
en las regiones llaneras (central, occidental y oriental).
Las entidades federales que aparecen con mayor frecuencia como lugares de
localización dominante son Guárico y Portuguesa, para los cereales; y Portuguesa,
Anzoáteguí y Barínas para las oleaginosas. A diferencia de estos dos grupos, las
legumínosas-presentan patrones que entre 1970 y 1990 han variado de moderadamente
dispersos a duales. La concentración en los primeros dos grupos (cereales y oleagínosas)
esta relacionada con el predominio del sistema de producción de cultivos anuales
mecanizados, mientras que la caraota y el frijol son reproducidos en muchas entidades bajo
el sistema de producción de subsistencia y semicornercial.
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Entre los cereales, el caso del maíz también puede diferenciarse, por cuanto en su
patrón dual de distribución (concentrado-disperso), también parece influir la presencia de
los dos sistemas de producción indicados (cultivos anuales mecanizados como dominante, y
agricultura de subsistencia y semicomercial como complementario).
En cuanto a la tendencia temporal de los patrones, de acuerdo a la clasificación
propuesta cada rubro se ubica en una categorízación distinta; es decir, en su evolución
temporal los rubros del sistema cultivos anuales mecanizados no han presentado
comportamientos similares. En el grupo de los cereales, el arroz y el maíz muestran
tendencias inerciales y moderadamente dinámicas, respectivamente. Por otra parte, en
términos de superficie cosechada en valores absolutos, ambos exhiben decrecimiento. El
sorgo, por el contrario, evolucionó en el lapso con tendencia muy dinámica y, en valores
absolutos, su superficie pasó de 2712 a 175795 hectáreas, entre 1970 y 1990.
Casi todas las oleagínosas y leguminosas, salvo el caso del algodón, presentaron
tendencias regresivas (ajonjolí, maní y frijol) e ínerciales (caraotas). Del mismo modo, a
excepción del algodón en todos los rubros se observaron disminuciones de las respectivas
superficies cosechadas.
En el sistema de Horticultura Comercial, hay leves diferencias en los cambios de la
localización dominante entre las hortalizas de piso alto y las de piso bajo. En el caso de las
Hortalizas de piso alto, los patrones de localización dominantes son: concentrado y
moderadamente concentrado, disminuyéndose la superficie cosechada de ajo, zanahoria y
papa en los Estados Táchíra, Mérída y Trujillo.
En este caso, la continuidad geográfica de la producción se cumple, toda vez que se
trata de rubros cuya mayor exigencia en términos agroecológicos se vincula con la
temperatura. El único caso en que ello no ocurre es en el de la papa, donde la presencia de
Lara, Carabobo y Aragua como productores importantes se debe a la introducción, en
dichas entidades, de variedades adaptadas a temperaturas mayores. La importancia relativa
de estas variedades ha sido tal, que Lara desplazó a los Estados tradicionalmente
productores de este rubio.
En las hortalizas de piso bajo, los patrones se clasifican con evoluciones análogas
para el tomate y el pimentón, los cuales pasaron de moderadamente concentrados en 1970 a
duales en 1990. Este resultado indica que ha habido un reacomodo de la distribución de la
superficie cosechada que evidencia el incremento de la importancia relativa, como
productores, de los Estados Lara y Aragua. No obstante un porcentaje importante de la
superficie cosechada, cercano al 50% se distribuye de manera dispersa.
En cuanto a la localización dominante, para el pimentón, además de Lara y Aragua,
debe señalarse el Estado Falcón; en el caso del tomate, en los últimos años ha aumentado su
participación relativa en los Estados Portuguesa y Guárico. La clasificación inherente a la
tendencia entre 1970 y 1990, arrojó como resultado el predominio de patrones dinámicos
(ajo, zanahoria, tomate), moderadamente dinámicos (papa y cebolla) y muy dinámico
(pimentón). En todos los rubros hubo incrementos absolutos en la superficie cosechada, lo
cual debe explicarse, fundamentalmente, por la instalación de sistemas de riego en los
valles altos de la región andina realizada por la Corporación de Los Andes y por las obras
de riego privadas, en el caso de las hortalizas de piso bajo.
Los patrones espaciales de los rubros clasificados dentro del sistema de Plantación
generaron los siguientes resultados: moderadamente concentrado y concentrado, para el
café y el. cacao, respectivamente, sin variaciones en la localización dominante.
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En café se localiza en los Estados Táchira, Mérida, Trujíllo y Sucre, que aportaron
entre 52 (1970) y 54 % (1990) a la superticie cosechada total, el resto de la superficie se
distribuye de manera dispersa (menos del 10%) en otras 12 entidades. El cacao se encuentra
en Sucre y Miranda que participan con un porcentaje del 87% con relación a la superficie
total. La tendencia temporal de los patrones es inercial para el café y regresiva para el
cacao. En valores absolutos la superficie cosechada de café ha aumentado, mientras que la
del cacao ha disminuido.
El cambur y el plátano mantienen en el tiempo sus respectivos patrones de
localización dominante. El cambur se presenta disperso, hallándose entre los productores
21 entidades federales, de las 22 que componen el país. El plátano se muestra con un patrón
dual, en el que Zulia destaca como aportador del 48% (1970) y el 52% (1990) de la
superficie cosechada, en tanto que el porcentaje residual se distribuye en forma dispersa
(<10% por entidades productoras).
La caña de azúcar presenta un patrón moderadamente concentrado que no se modifica
en el lapso. En este rubro, cuatro entidades federales (Portuguesa, Yaracuy, Lara y Aragua)
cuentan con el 84% de la superficie cosechada. La distribución de la superficie está
altamente relacionada con la localización de los centrales azucareros y con las exigencias
agroecológicas del cultivo.
La píña modificó su patrón entre 1970 y 1990, al pasar de moderadamente
concentrado a dual. Así, mientras en 1970 habían cuatro Estados entre los productores más
importantes (Lara, Trujillo, Carabobo y Táchira) en 1990, sólo Lara concentró el 50% de la
superficie cosechada con respecto al país.
Los patrones temporales de estos rubros son en todos los casos inerciales, es decir, que
no hubo variaciones significativas en la distribución de la superficie al interior del país y
tampoco en la superficie cosechada a nivel nacional.
En los sistemas pertenecientes al sector agrícola animal, los resultados obtenidos
fueron los siguientes: en los rubros de ganadería bovina, pastos y leche predomina el patrón
dual, salvo el caso de los pastos naturales que se cataloga entre los moderadamente
concentrados. La existencia de ganado bovino presenta un 48% en tres entidades (Zulia,
Apure y Guárico) el 52% restante se distribuye disperso en 17 Estados. En cuanto a los
pastos naturales, Apure, Bolívar, Guárico y Barinas son los que cuentan con mayor
superficie al agrupar, en conjunto, el 65% de la superficie total. El Estado Zulia cuenta, a su
vez, con un 53% del total de los pastos cultivados y aporta el 66% de la producción
nacional de leche.
La existencia de porcinos refleja fundamentalmente a los rebaños que se manejan
mediante sistemas intensivos. El patrón varió de concentrado a moderadamente disperso.
En 1970, cuatro entidades (Miranda, Distrito Federal, Aragua y Carabobo) contaban con el
90% de la existencia, en 1990, dos entidades (Aragua y Miranda) contaban con el 39% del
rebaño y el porcentaje restante (61%) se encontraba distribuido en 17 entidades. Si bien la
tendencia temporal es moderadamente dinámica en respuesta a estos cambios de
localización, la existencia en valores absolutos ha descendido, lo cual probablemente se
asocia por una parte, a la disminución observada a nivel de consumo, debido al aumento de
los precios en los bienes alimentarios derivados de este rubro y, por otra parte, al
incremento de los precios de las materias primas de procedencia importada como
consecuencia de la apertura económica y de la devaluación monetaria del Bolívar.
Posiblemente, los procesos de relocalización se asocien a la búsqueda de ventajas
comparativas.
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El patrón espacial de la existencia de aves tampoco exhibió variaciones en el tiempo,
manteniéndose entre 1970 y 1990 en la categoría de moderadamente concentrado. Miranda,
Aragua, Carabobo y Zulia, destacan como las entidades de localización dominante. En su
tendencia temporal, el patrón es moderadamente dinámico y la existencia aumentó en
términos absolutos.
Los resultados permiten llegar a las siguientes conclusiones:
1. La agricultura venezolana se caracteriza por presentar patrones espaciales múltiples, con
ciertas analogías en el comportamiento, cuando los grupos se agrupan de acuerdo a los
sistemas de producción característicos. Estos resultados corroboran la análoga conclusión
obtenida por Avilán y Eder (1986) en el estudio sobre los Sistemas y la Regiones Agrícolas
de Venezuela, aunque dichos autores aplicaron una metodología distinta.
2. Los rubros más dinámicos son los cereales, dentro de los sistemas de cultivos anuales, y
las hortalizas. Este resultado probablemente se explique mediante distintas razones. En el
caso de los cereales pueden indicarse que constituyen rubros de importante participación en
el patrón de consumo del venezolano; han sido igualmente objeto de medidas de política
importante que han influido en algunos casos de manera positiva, en otros de manera
negativa, en sus resultados en términos de superficie y producción. En cuanto a las
hortalizas, probablemente la introducción de riego y leves incrementos en el consumo,
explica su evolución temporo-espacial.
3. Los rubros que presentan tendencias ínerciales y, en algunos casos, regresivas, se
vinculan a sistemas de producción que han perdido importancia relativa como, la
agricultura de subsistencia y semicomercial. Probablemente si se hubiesen incluido otros
renglones más importantes dentro de estos sistemas como la yuca y otras raíces, el
resultado sería más contundente. Lo que se quiere significar es que los sistemas de
producción adelantados por la población campesina no han evolucionado con tendencias
dinámicas sino, más bien, involutivas y que, probablemente, las políticas dirigidas al sector,
fundamentalmente a través de los órganos de la Reforma Agraria, no obtuvieron éxito con
las políticas y acciones aplicadas a los campesinos y pequeños productores. Esto demuestra
de alguna manera la consideración teórica que efectuáramos al comienzo, en cuanto a que
la evolución de los patrones espaciales esta asocíada positivamente con la importancia
relativa que los distintos rubros tienen para los actores y gestores de la agricultura, dentro
de los cuales se incluyen tanto los particulares como el Estado. Otros renglones de
tendencia inercial son las plantaciones, destacan por su importancia el café y el cacao que,
habiendo jugado roles importantes en la economía nacional hasta mediados del presente
siglo, se mantienen hoy, más como “la memoria de un presente que fue”, para decirlo en
palabras de Morgenstern (citado por Santos;1990:154), que en condición de cultivos
objetos de medidas de política estatal y de inversión privada, tendientes a su dinamización
en el marco de la agricultura de corte capitalista.
4. El comportamiento observado por algunos cultivos de subsistencia y semicomercial, así
como por algunas plantaciones demuestra la validez del planteamiento teórico de Santos
(1990 tomado como base conceptual para este trabajo; en cuanto a que las características
espaciales preexistentes, vinculadas con formas, e incluso con modos de producción
distintos al dominante, prevalecen en el tiempo y se conjugan con aquellos de nueva
introducción coexistiendo en el espacio; el espacio se comporta así como un producto,
continente de tiempos múltiples, de hechos sociales múltiples, de momentos históricos
múltiples.
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5. Si se toma en cuenta que “tanto la agricultura como el resto de las actividades
económicas no petroleras del país, han evolucionado amparándose en un modelo de
acumulación basado en la sustitución de importaciones y en la renta petrolera" (Gutiérrez;
1992:36), puede sostenerse que los patrones espaciales que tienden a mostrar mayor fuerza
en sus líneas de reproducción temporo-espacial, son en gran medida el resultado del modelo
de acumulación dominante, es decir, el capitalista rentístico.
6. Las medidas macroeconómicas adoptadas por el Estado venezolano y, particularmente
las aplicadas al sector agrícola, que tienden a restringir y, aún, a eliminar los subsidios
directos e indirectos que durante años se dirigieron al sector,necesariamente provocaran
cambios en los patrones espaciales. Posiblemente, algunos renglones que aquí se
clasificaron con tendencias muy dinámicas y dinámicas, ingresarán en los próximos años a
tendencias espaciales ínerciales y regresivas, por cuanto muchos de estos rubros
(particularmente cereales, hortalizas y frutales comerciales, porcino y aves) se fundamentan
en sistemas de producción que tienen una alta dependencia de ínsumos y materias primas
de origen importado.
BIBLIOGRAFÍA
AVILÁN,Justo y EDER, Hebert. (1986). Sistemas y regiones agrícolas de Venezuela:
Fundación Polar-Ministerio de Agricultura y Cría, Caracas. 162 p.
CASTELLS, Manuel. (1971). Problemas de investigación en Sociología Urbana: Siglo XXI
Editores, Buenos Aires.
GUTIÉRREZ, Alejandro. (1992). Gasto Público y acumulación de capital en la agricultura
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MOLINA, Luisa. (1993). Dinámica espacial de la agricultura en Venezuela: Universidad de
Los Andes, Mérida (trabajo en preparación).
SANTOS, Milton (1990). Por una geografía nueva: Editorial Espasa Calpe, Madrid. 257 p.
VENEZUELA. MINISTERIO DE AGRICULTURA Y CRIA. (1970-1988). Anuario
estadístico agropecuario: MAC. Caracas.
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(1989.1990). Estadísticas preliminares de superficie, producción y rendimiento. Caracas.
http://74.125.113.132/search?q=cache:5llypslb75kJ:www.saber.ula.ve/cgi-win/be_alex.exe%3FDocumento%3DT016300000008/1%26term_termino_2%3De:/alexandr/db/ssaber/Edocs/centros_investigacion/ciaal/agroalimentaria/anum3/articulo3_1.pdf+HISTORIA+DE+
LA+AGRICULTURA+VENEZOLANA&hl=es&ct=clnk&cd=13&gl=ve